ANA MARÍA CAMPOS
"HEROINA ZULIANA"
Nace
en una población zuliana llamada los Puertos de Altagracia, capital del
distrito Miranda, hoy municipio Miranda, estado Zulia. El 2 de abril de 1796.
Sus padres fueron Don Domingo Campos y Doña María Cubillán; fue una fina dama
perteneciente a una de las familias más aristócratas de esa ciudad.
Desde
muy pequeña germinaron en su corazón las ideas de libertad y el amor por la
independencia. Su casa era el punto de referencia para los patriotas de la
provincia de Maracaibo, el puerto de salvación y el asilo seguro para la
conspiración, allí se reunían para organizar la resistencia y para buscar
prosélitos de la libertad.
Esta
noble doncella se hace notar primera vez, al hacerse partidaria de las ideas
emancipadoras, las cuales manifestó cuando Maracaibo fue ocupada por los
realistas al mando del Mariscal de Campo: Francisco Tomás Morales, después de
la batalla de Carabobo. Ofrece su ayuda a los patriotas y comienza a colaborar
en la organización, y a participar en las reuniones clandestinas, dejando oír
su voz. Y fue en una de estas veladas secretas, que dejó escapar de sus labios
la frase que puso a temblar a más de uno, y que la inmortalizó como "La
Heroína del Martirio": "Si Morales no capitula, monda".
Ana
María Campos fue delatada, hecha prisionera y conducida ante el Gobernador de
Maracaibo, capitán Francisco Tomás Morales, quien perseguía a los patriotas con
saña. Frente a Morales la joven no se desanima, por el contrario, su ímpetu se
eleva y en su propia cara le explicó las razones que la inducían a creer que,
si no capitulaba estaba perdido. Morales, en un gesto de soberbia, y
sintiéndose humillado por aquella tierna jovencita, ordena que sea vapuleada
públicamente, montada en un asno y paseada desnuda por las calles de la ciudad,
y así se hizo. Fue el africano Valentín Aguirre el encargado de descargar el
látigo sobre la piel de la joven patriota.
Ante
el dolor, Ana María no claudicó en sus ideas, sino que a cada latigazo del
verdugo sobre su cuerpo salía de sus labios sedientos y amargo la frase:
"Si no capitula, monda", la cual repitió incansablemente. Creyó
Morales, como lo creen todos, que las ideas mueren con el látigo y con las
torturas, que quebrantando el cuerpo las ideas expirarían.
Pero
lo que logró fue dar a la patria venezolana una heroína, al poner a prueba una
voluntad decidida por la causa de la libertad y de la justicia, quien por su fuerte carácter resistió los
azotes que le propiciaron al ser castigada públicamente.
Muere en Maracaibo en el año 1828, a la edad de 32 años, según notas aparecidas
en archivos, en las orillas del lago, a consecuencia de un ataque epiléptico,
producto del maltrato feroz de sus enemigos, pero antes de morir logró ver
realizado su sueño, ya que debido a la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, en
1823, las banderas patriotas ondearon al viento de la libertad.
Afirman los
historiadores que en un principio daba la impresión de que nadie se había dado
cuenta del gesto heroico de la muchacha patriota. Las madres desconocían la
razón por la cual las obligaron a presenciar el espectáculo de una joven
arrastrada al suplicio, ignorando la entereza de su gesto. Parecía que todo iba
a quedar en silencio, que nadie sería capaz de recoger el nombre de Ana María
Campos para incluirlo en la lista de los héroes y las heroínas de la libertad.
Pero el pueblo zuliano atesoró la imagen de la muchacha torturada y humillada,
para luego exhibirla como un ejemplo de fe y de decisión para las futuras
generaciones. Ana María Campos está en el pedestal que el pueblo le construyó
con su sangre generosa, irradiando como un faro a todas las mujeres y hombres
que aman la libertad y la justicia, como símbolo de la lucha femenina.
TERESA HEREDIA
Nació en 1797, en la Villa de Ospino (Edo
Portuguesa), en el seno de una familia de elevada posición tanto social como
económica, que estaba emparentada con el coronel Fermín de Heredia, jefe
realista que murió en la Batalla de Araure, en 1813.
De niña creció en un ambiente en el que se hablaba
mucho de las ideas de emancipación, y siendo todavía muy joven optó por la
independencia. Sus padres, eran activistas de la causa patriótica y pagaron con
sus vidas, su amor por la libertad.
Al morir sus padres quedo huérfana, y bajo
el cuidado de una tía que la cual la llevó a vivir con ella a La Guaira, sitio en
el que comenzó a transformarse en una mujer de gran personalidad, comprometida
con la causa de la independencia.
Siendo muy joven, a los 17 años, contrajo matrimonio
con el canario José Antonio Agüero. Dos años después, quedó viuda y se
incorporó al movimiento emancipador, en el cual conoció al coronel José María
Ladrón de Guevara, un joven patriota cautivo de los realistas en la cárcel de
La Guaira, de quien se enamoró perdidamente, y para procurar su fuga se
confabuló con el vigilante de la prisión, el soldado de artillería José
Hidalgo, haciéndose pasar por su prometida, para no despertar sospechas.
Su relación con los insurrectos, quienes habían
buscado y encontrado asilo a su lado, fue descubierta por las autoridades
españolas; la interrogaron y ante su negativa a reconocer alguna vinculación
con los insurgentes y a informar sobre su paradero, fue recluida en la prisión
de La Guaira.
A los 19 años,
fue procesada y declara bajo juramento ser católica apostólica y romana, viuda
de José Antonio Agüero, isleño, de oficio costurera y dedicarse a enseñar a
leer a niños de la comunidad. En la cárcel vivió seis meses de angustia y
amargura.
El 8 de mayo, la transfirieron a la cárcel de
Caracas y le correspondió a Don Antonio Guzmán, Sargento Mayor de la Plaza,
hacerle el juicio sumario por “sospecha de infidelidad”, para lo cual le pagó a
un grupo de personas que testificaron en su contra.
La acusada se defendió con valentía y dignidad y
negó que fuesen ciertos los cargos que se le imputaban, así como toda vinculación
con grupos insurgentes; denunció que fue vejada por el Gobernador de Valencia,
el capitán Dato, quien la arrestó “sin fórmula de juicio”, le mando a cortar el
pelo, la expone al escarnio público haciéndola caminar desnuda con un redoble
de tambores bañada en miel y cubierta con plumas en la población de Barvula,
paseándola por las calles para después ponerla en libertad, “solo porque no
quise ser su cortesana”.
El consejo de guerra no pudo probar su actividad
revolucionaria, pero uno de sus asesores, de apellido Oropeza, despiadadamente,
propuso “se expulse a América del Norte a esa mujer incorregible, para que allí
sea independiente y aprenda a vivir en sociedad”. El gobernador Maso ordena su
expulsión a Norteamérica por ser mujer peligrosa y rebelde, y fue expulsada del
país.
Después que fue expulsada del país, nada más volvió
a saberse de Teresa Heredia, pero su nombre quedó escrito para la posteridad en
el corazón de los venezolanos.
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LEONOR
DE LA GUERRA Y VEGA RAMÍREZ
Nace en Cumaná (Edo. Sucre) y muere en esa misma
ciudad en el año 1816. Heroína de la Guerra de Independencia de
Venezuela. Su padre fue Luís Beltrán de la Guerra y Vega y Guerra, regidor,
procurador y depositario del Ayuntamiento de Cumaná en 1765, alférez mayor en
1768 y fiel ejecutor en 1775 y su madre Rosa Antonia Ramírez y Valderrín, era
hija del alférez real Juan Dionisio Ramírez y de Leonor de Valderrín.
Leonor tuvo dos hermanos, Luís de la Guerra y Vega y
Ramírez; regidor y fiel ejecutor en 1802 y Salvador de la Guerra y Vega
Ramírez.
Contrajo nupcias en su ciudad natal, con José Tinedo
de quien tuvo una hija Francisca Antonia. Desde muy joven Leonor sintió
simpatías por la causa independentista.
En 1816, el coronel Juan Aldama, jefe y gobernador
interino de la provincia de Cumaná enardecido por los triunfos de Gregor
MacGregor en las batallas de Quebrada Honda (2 agosto), Alacrán (6 septiembre)
y Juncal (27 septiembre), descarga su ira en Leonor Guerra quien osadamente se
había asomado a la ventana con una cinta azul, símbolo que adoptaron los
patriotas como divisa política y que las señoras llevaban discretamente en el
cabello. Leonor se encontró frente al gobernador Aldama y fue víctima de sus
atropellos, lo cual sin embargo no hizo que renegara de sus convicciones
políticas. En consecuencia se le siguió juicio y se le sentenció a salir por
las calles montada en un burro enjalmado, para recibir públicamente 200 azotes
por «insurgente».
En cada esquina debía amonestársele y se le pedía
que revelara los nombres de quienes compartían sus ideas. Mientras se la
sometía a este suplicio, le gritaba a sus verdugos, antes de cada azote: «
¡Viva la Patria, mueran los tiranos!»; esto fue respondido con repetidos
latigazos hasta que fue conducida a su hogar exhausto.
Afectada por
la ofensa recibida, se negó a ingerir alimentos y a recibir asistencia médica,
hasta que sobrevino la muerte ese mismo año. El 1 de diciembre de 1819, el
general Pablo Morillo expuso al ministro de la Guerra de España la conveniencia
de que el brigadier Aldama fuese trasladado a España, vistos su bajo
rendimiento militar y por la «dureza imprudente» en Cumaná.
CECILIA
MUJICA
Conocida
como "La Mártir de la Libertad" era hija de del realista Martin de
Mujica.
Perteneció
a una familia acomodada y de abolengo, que frecuentaba los salones de San
Felipe El Fuerte, del brazo de su padre, don Martín de Mújica, un caballero de
conducta recta y realista por convicción.
Fue
prometida en matrimonio a Henrique de Villalonga, joven de estirpe española,
con quien compartía las mismas ideas revolucionarias. Su boda sería el
acontecimiento más importante del círculo social al que pertenecían los futuros
contrayentes.
Tras
la muerte de su padre víctima del terremoto de 1812, queda huérfana. Su
desolación y su pena eran infinitas, pero en su corazón ardía el amor por la
patria libre que le daba aliento para seguir viviendo y se convierte en una de
las más audaces propagandistas de las ideas emancipadoras, junto con su
prometido, eran
patriotas, pertenecían al Comité Revolucionario: él distribuía clandestinamente boletines encendidos con
el fervor de la libertad y ella confeccionaba distintivos y cintas tricolores
para el pecho de los voluntarios, pero además Cecilia componía canciones
patrióticas, y, como sabía pulsar la lira, las ofrecía como regalo a sus
oyentes de las tertulias de San Felipe.
Como
respuesta al decreto de guerra a muerte que emitió el Libertador en 1813,
El gobernador de San Felipe el
teniente realista Don José Millet hizo levantar una horca, como contrapeso al decreto donde le
arrebató la vida a muchos de los patriotas de la región, acusándolos del delito
de profesar la fe en los libertadores.
Cecilia
Mújica hace caso omiso de las disposiciones del gobernador José Millet y, aun a
costa de su propia vida, sigue impertérrita en la elaboración y distribución de
propaganda en pro de la libertad, secundada en dichas tareas por su prometido.
Descubierto por los hombres del gobernador, Henrique de Villalonga fue
capturado y encarcelado, y Cecilia Mújica, custodiada por los soldados de la
orden de cazadores, fue llevada al tenebroso sitio de los "zunzunes",
en el camino de Cocorote (estado Yaracuy), y en la quebrada de seballo, en 1813
fue sentenciada a morir fusilada de antemano, con los ojos vendados y montada
en un potro, fue conducida al sitio destinado para la ejecución. En el grueso
tronco de un árbol zunzún fue fusilada.
Cuenta
la tradición que antes de ser ejecutada entregó a un soldado de nombre Ambrosio
Trejo una trenza de sus cabellos y su anillo de compromiso matrimonial y le
pidió que los llevase a Henrique de Villalonga para que los conservara
"como el último recuerdo de la mujer que no tuvo la fortuna de ser su
esposa pero sí la gloria de inmolarse por la libertad de nuestra patria".
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EULALIA
RAMOS DE CHAMBERLAIN
Nació en una acaudalada familia, sus padres fueron, Francisco
Ramos y María Isabel Sánchez.
Desde muy joven estuvo vinculada a la gesta de
emancipación venezolana. Cuando apenas contaba con 14 años de edad, sus padres,
se adhirieron al movimiento revolucionario de 1810.
A comienzos de 1812 contrae matrimonio con el
patriota Juan José Velásquez con el cual tuvo una hija. En ese mismo año, su
vida da un brusco giro, como consecuencia de la disolución de la Primera
República, su marido es perseguido por los realistas, por lo que debe
abandonarla en Tacarigua de Mamporal. Estando allí Eulalia es acorralada por
los realistas, razón por la cual decidió huir entre la espesura del bosque,
hacia Río Chico, en compañía de su pequeña bebé que apenas contaba con sólo 40
días de nacida, la cual muere en el tortuoso trayecto. Eulalia sintió
desvanecer su vida ante tan duro golpe, pero sus ideales de libertad la
ayudaron a sobreponerse.
Unos meses, después de su dolorosa perdida se dirige
a Caracas con su padre. Aún sin recibir noticias del paradero de su esposo. Luego
su padre regresa a Barlovento, pero es apresado y fusilado en la plaza mayor de
Río Chico en 1814, con este segundo y duro golpe, Eulalia, parece recobrar
fuerzas en su empeño por su lucha libertaria.
En 1814, después de la pérdida de la Segunda
República, se marcha a Cartagena de Indias, (Colombia), donde se refugia con
unos familiares. Estando en Cartagena, entabla estrecha amistad con la familia
Buroz, los cuales eran parientes del general Carlos Soublette.
Entonces, en una interesante estrategia, se cambia
el apellido y se hace pasar por miembro de dicha familia; de esta manera, al
año siguiente regresa a Cumaná, en donde obtiene noticias de la muerte de su
esposo.
En 1816, conoce al oficial inglés coronel William
Chamberlain, edecán del Libertador, con el cual contrajo matrimonio en 1817 y
se radica en Barcelona (Venezuela). Ese mismo año, el coronel realista Juan
Aldara dirige una misión armada hacia esa ciudad. Muchos republicanos y civiles
en general se refugian en el edificio del Convento de San Francisco, que después
se llamaría Casa Fuerte, allí resistieron los patriotas durante 3 días.
El 7 de abril
irrumpieron los realistas contra la fortaleza, entonces, el coronel
Chamberlain, de pie y frente al coronel realista Aldara, le dice que están perdidos,
luego desenfunda su propia arma y se suicida. Eulalia desconcertada ante tal
hecho, se abre paso entre la multitud y al llegar a la salida del fuerte, un
joven oficial realista le grita: "Viva España, mueran los patriotas y te
salvo" a lo que ella respondió: "Viva la patria y mueran los
tiranos", sacando su pistola y disparando al oficial español, el cual cayó
muerto a sus pies.
En medio del caos, la turba realista se abalanzo sobre
ella, mutilando su cuerpo y amarrándolo a la cola de un caballo, siendo
arrastrado hasta morir.
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JOSEFA
JOAQUINA SÁNCHEZ
Nació
el 18 de octubre de 1765 en el puerto de La Guaira, (Venezuela). Sus padres
fueron Joaquín Sánchez y
Juana Bastidas.
El
27 de julio de 1783 contrajo matrimonio con el militar venezolano José María
España, con quien tuvo hasta nueve hijos.
Junto
a su esposo, se involucró y participó en la Conspiración de Gual y España,
organizada por su esposo. Esta
conspiración tenía como propósito, levantar a la población venezolana en armas
para liberarse del yugo español. Sánchez fue la encargada de copiar los
documentos del movimiento revolucionario y de confeccionar las banderas que
usarían los revolucionarios. Por esta razón es conocida como la "Bordadora
de la primera Bandera de Venezuela".
Luego
de que un esclavo negro llamado Rafael España los delatara, Sánchez fue interrogada por oficiales
venezolanos respecto a España, puesto que los realistas sospechaban que José
María España estaba escondido en su casa, dichas sospechas se hicieron
evidentes, cuando notaron que Josefa Joaquina estaba embarazada, y en medio del
interrogatorio le aseguraban que su esposo estaba en el país, y le decían si no
¿cómo estaría en ese estado de gravidez? que confesara y arriesgando su honor
Josefa exclamó ¿es que acaso en La Guaira solo José María España preña?.....
El
8 de mayo de 1799, su esposo fue asesinado por las autoridades venezolanas
quienes colgaron su cadáver como señal de advertencia para los demás
conspiradores.
Tras
la muerte de su esposo, es arrestada y trasladada a Caracas, donde meses
después recibe su sentencia carcelaria con una duración de ocho años, la cual
habría de cumplir en la Casa Hospicio de Caracas.
Sin
embargo, en 1808, al término de su sentencia, es desterrada a Cumaná junto con
sus hijos. Muere en 1813 en Cumaná, (Venezuela), a los 47 años.
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JOSEFA
CAMEJO
Josefa
Venancia de la Encarnación Camejo, mejor conocida como la figura heroica:
Josefa Camejo y también como Doña Ignacia. Nació en el fundo de Aguaque, en
Curaidebo, Pueblo Nuevo, Estado Falcón, el 18 de mayo de 1791. Sus padres
fueron Miguel Camejo y Sebastiana Talavera y Garcés.
Fue
hija única, proveniente de una familia acomodada de la Colonia, era sobrina de
Monseñor de Talavera y Garcés, a quien se reconoce como ferviente patriota.
Recibió
en Coro una esmerada educación, fue educada en la religión católica, también
propia de la época. Comenzando así su vida como estudiante en el colegio de las
hermanas Salcedo en Coro; y que continuó en un convento de monjas de esa misma
ciudad, completando su educación y dándose contacto con las ideas republicanas
en la ciudad de Caracas.
Para
proseguir con sus estudios fue
trasladada a Caracas para continuar sus estudios. Aquí se encontraba cuando
estalló la revolución del 19 de Abril de 1810. Josefa contaba apenas con 19 años, y presenciar este tipo
de acontecimiento fue un aspecto determinante en el pensamiento de Josefa y su
ideal libertario y aguerrido. De esta manera decidió hacerse participe de las
acaloradas sesiones políticas la Sociedad Patriótica.
En
1811 viajó con su madre a Barinas, donde residía su tío Monseñor Mariano de
Talavera y Garcés. Allí, ante la amenaza de los realistas de invadir a Barinas,
Josefa Camejo reúne un numeroso grupo de mujeres, deseosas de luchar contra los
realistas y ansiosas de participar también en la lucha armada. Encabeza una
petición dirigida al Gobernador de la Provincia, Pedro Briceño del Pumar, firmando
un documento titulado: Representación que hace el Bello Sexo al Gobierno de
Barinas. Con el espíritu de lucha y de valentía que caracteriza a las mujeres
de valor nacionalista dieron frente y sin temor a los posibles intentos de
guerra, aún a sabiendas de las consecuencias que ello implica, poniéndose a la
orden y comprometiéndose a la defensa de la patria. Aun cuando en el documento
reza con asombro que: "no se haya contado con ellas para proteger su
seguridad... ", en este aseguran que "el sexo femenino, Señor
Gobernador, no teme los horrores de la guerra, antes bien, el estallido del
cañón no hará más que alentar, su fuego encenderá el deseo de libertad, que
sostendrá a toda costa en obsequio del suelo patrio...”. Pero, y entendiendo la
postura propia del macho, en particular para la época y especialmente ante una
situación de guerra obtienen como respuesta de las autoridades lo siguiente:
"dénsele al bello sexo las más expresivas gracias". Recuérdese que
era aquella Venezuela del siglo XVIII donde las normas sociales y jurídicas
excluían totalmente la posibilidad de que la mujer incursionara en las
actividades consideradas masculinas; no obstante, Josefa Camejo y otras mujeres
lucharon al lado de los hombres por la independencia de su país. El Gobernador
de Barinas no ignora las cualidades de líder de Josefa Camejo, y es así como le
encomienda dirigir la evaluación de la población. Para cumplir con este
requerimiento, "Doña Ignacia" se dirige a San Carlos.
De
Barinas Josefa Camejo pasó a Mérida, donde conoció y contrajo matrimonio con el
prócer Juan Nepomuceno Briceño Méndez.
Registran
los hechos que a principios de 1813 a la ciudad de Barinas comienzan a
asediarla tropas realistas. Asedio que comanda José Antonio Puey, tal situación
lleva al Gobernador de Barinas, Manuel Antonio Pulido a tomar la decisión de
trasladar la población hacia San Carlos (Edo. Cojedes), a esta movilización se
une Josefa Camejo y su progenitora quien pierde la vida al ahogarse en el río
Santo Domingo cuando intentaba cruzarlo. Este fue otro duro golpe para nuestra
heroica mujer que parece haberle dado más voluntad y fuerza para seguir en la
lucha. Una vez en San Carlos, se organiza la población barinés y se unen a las
fuerzas de Rafael Urdaneta, acordando que los hombres protegieran a las mujeres
durante el viaje hacia la Nueva Granda. Durante este éxodo, Josefa Camejo se
dedicó a curar a los heridos.
En
1.814, con la pérdida de la segunda República Josefa huye, encontrándose en
estado de gravidez, se refugió en Nueva Granada, donde nació su primer hijo,
Wenceslao. Estando allá continúa trabajando por la Independencia se unió a las
familias republicanas, permaneciendo allí por espacio de cuatro años hasta 1.818.
A
mediados de 1818, polifacética e ingeniosa, regresa clandestinamente a Venezuela, viajando,
según algunos testimonios, disfrazada de vagabunda o pordiosera. Después de la
Batalla de Boyacá, y se reincorpora a la lucha.
Su
pasión por la libertad la llevó a estar presente en casi todo el territorio de
Venezuela, lo que la convierte en una heroína de carácter nacional.
En
1821 su tío Mariano Talavera y Garcés la llama a Maracaibo para recibir
instrucciones del General Rafael Urdaneta, quien le encomendó la tarea de
levantar la provincia de Coro a favor de la independencia y dirigir la
insurrección de Paraguaná, que se encontraba bajo control español. Una delación
la obliga a adelantar la conspiración del 3 de marzo de 1821: conduce a caballo
a cuarenta soldados, llevando la bandera de Francisco de Miranda hacia Pueblo Nuevo,
donde increpa al Teniente Primera, quien duda acerca de la oportunidad del
alzamiento, a lo que ella exclama: "Si usted no procede, procederé yo.
¡¡Viva Colombia!!", frase con la cual Josefa ha pasado a la historia.
Logró que se le sumaran doscientos soldados más, avanzó hacia el Cabildo hasta
que las autoridades españolas se rinden, unos huyen y otros se entregan. Ese
mismo día, el 3 de mayo de 1821, el gobernador es puesto preso, y en su lugar
se coloca a un civil republicano de nombre Mariano Arcaya.
Josefa
realiza en Pueblo Nuevo el pronunciamiento que gritaba a los cuatro vientos la
independencia de Coro, lo que la cataloga a partir de ese momento como una
admirable heroína. Una vez conformado el nuevo gobierno, a ningún hombre se le
ocurrió compartir el poder con la valiente heroína.
Josefa
Camejo tuvo una hija, llamada Teoriste. Luego
de una vida llena de virtudes, Josefa Camejo murió en 1862, posiblemente en
Ciudad Bolívar.
Como
muchas aguerridas mujeres venezolanas, Josefa Camejo, pasa del anonimato a
heroína gracias a su voluntad para defender la patria ante intentos de
invasión, debido en gran parte a la influencia de las ideas republicanas
propias de la época las cuales hizo suyas.
El
8 de marzo del año 2002, el presidente Hugo Chávez Frías realizó una ceremonia
simbólica de la incorporación de los restos de ésta notable heroína al Panteón
Nacional, en conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
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ANA
CLETA LABORI
Era una negra, esclava liberta, de origen
martiniqueño, heroína de la
Independencia, de quien se decía, en su época, que además de hermosa, era una
verdadera borrasca libertaria y revolucionaria.
En 1815, el todavía Coronel Juan Bautista Arismendi
comisiona en ese entonces al Capitán de Artillería, Felipe Villalba Frontado, el
cual se encontraba al mando del Castillo de San Carlos de Borromeo, en
Pampatar; para que se trasladara, en la “ La Tía María”, nave de su propiedad,
hacia Guadalupe y Martinica, en busca de un parque para armar las fuerzas patriotas
de la isla en aquel momento; Felipe Villalba Frontado no solo cumplió la misión
con excelencia, sino que se trajo en la goleta a su futura esposa y al resto de
sus parientes libertos de la Martinica.
Contrajeron matrimonio y de esa unión nacieron
Josefa, Pedro Segundo, Margarita, Felipe, Santiago, Juana Buenaventura,
Silveria y Elías.
Pero resulta ser que Josefa es seducida por Pedro
Maneiro, nieto del prócer Manuel Placido y de esa unión bastarda nace el
posteriormente General liberal, Donato Villalba, quien no es reconocido por su
padre y por ello solo lleva el apellido de la madre.
El 28 de
Octubre de 1865 Fallece en Pampatar la Heroína Ana Cleta Laborí de Villalba,
esposa del Comandante Felipe Villalba. Sus restos reposan en el Cementerio de
la ciudad de Pampatar.
BÁRBARA
DE LA TORRE DEL CORRAL “BARBARITA”
Nació en Trujillo, el 4 de Diciembre de 1790, en la
Residencia de los La Torre Gutiérrez. Sus padres fueron el coronel Vicente de
la Torre y de doña Manuela Gutiérrez del Corral, Barbarita era la hija mayor d
este matrimonio.
Barbarita se levantó en un lugar donde se amaba a la
patria entrañablemente y donde predominaban sentimientos libertarios que los
miembros de aquella familia adoptaron como norma de vida.
Es una de las Heroínas del Combate Campal de Las
Trincheras en Betijoque, el 1 de Junio de 1813; Combate Campal de Escuque, el 2
de Junio de 1813; Combate Campal de El Colorado en Escuque, el 3 de Junio de
1813; Batalla Campal de Ponemesa en Betijoque, el 4 de Junio de 1813; Combate
Campal de Los Higuerones o Higuerotes en Bolivia, el 12 de Junio de 1813;
Combate Campal de Los Cuarteles en Carache, el 13 de Junio de 1813; Batalla
Campal de Agua de Obispo en Carache, el 18 de Junio de 1813 y Batalla Campal de
Niquitao en Boconó, el 2 de Julio de 1813. Además estuvo presente en la Firma
de la Proclama de Guerra a Muerte, el 15 de Junio de 1813.
Barbarita de La Torre es conocida como “La Amazona
Trujillense”; mujer hermosa de 1.65 metros de estatura, cabello castaño, cejas
cortas, ojos negros, nariz perfilada y boca pequeña; es Heroína del Combate de
Agua Santa, casada con Antonio Guillén, procrearon dos hijos: Luis Guillermo y
Ramón Miguel; lo acompañó desde su alzamiento en la Hacienda “El Cequión”,
junto a los guerrilleros: Ramón Méndez, Enrique Barroeta Francisco Colmenares,
Asunción Montezuma, Modesto Terán, Cristóbal Daboín, Manuel Martos, Cipriano
Vega, Vicente González y el español José Esteban Arias y un centenar de
combatientes más, contra las tropas españolas en los combates de Agua Santa,
Los Amadores de Monay, La Ceibita, El Cequión, El Cenizo, Sabana Grande, El
Dividive, Sabana de Mendoza, El Mismote, Media Luna, Juan Díaz, Boquerón y La
Finca.
El Coronel Vicente de La Torre, con su hija
Barbarita de La Torre, después de los Combates Campales El Cenizo, El Dividive,
Monay y Monaicito, se produce la Batalla de Agua Santa, el 1 de Agosto de 1812,
entre Vicente de La Torre y su Ejército Patriota Trujillano contra las tropas
realistas del Gobernador Oficial Francisco Farías.
Por el año 1815 la población de Escuque fue azotada
sin piedad por los realistas. Los hombres y mujeres de esa región, amantes de
la libertad, con rapidez empuñaron el fusil y la lanza en defensa de la patria.
Al frente de aquellas fuerzas estaba el coronel Vicente de la Torre y su hija
Barbarita combate con valor junto a él.
El 7 de febrero, en un sitio denominado La Vega de
Motatán, doña Manuela de la Torre, hermana del coronel, su esposa doña Manuela
Gutiérrez del corral y tres de sus hijos, entre quienes se encontraba
Barbarita, fueron hechas prisioneras. Vicente de la Torre se levantó en armas y
logra liberarlas. Bárbara de la Torre combatió en el campo de batalla con tan
terribles y feroces enemigos como eran los realistas.
Esta
singular heroína era una joven dotada de una gran hermosura. Valiente como su
progenitor, llena de coraje, resolvió hacerle frente a la hostil situación que
se presentaba y si amilanarse ante el poderoso adversario, combate con entereza
por la libertad del suelo patrio. Cuando se lanzaba al combate, siempre llevaba
levantado el estandarte de Santa Bárbara, como escudo protector. Entre combate
y combate aprovechaba para arengar a fin de que hombres y mujeres se animaran a
combatir por la emancipación. Y fogosa como era aquella insigne patriota,
persuade a todos para que se mantengan firmes, despertando el fervor patriótico
de aquellos hombres y mujeres que llenos de amor por su tierra estaban
dispuestos a sacrificar su vida en aras de la libertad. Con su rebeldía y
coraje logró que muchos se alistaran en las filas del ejército patriota por la
confianza que ella les inspiraba. Un oscuro día de lluvia y de mucho frío,
Barbarita de la Torre es apresada por los realistas y cuando su padre se entera
y advierte el peligro que se ciñe sobre su hija, temiendo que pudiese ser
víctima de ultrajes por parte de los soldados al mando del indio Reyes Vargas,
inmediatamente se ofreció como rehén para obtener la libertad de la heroína. El
Gobernador Francisco Farías aceptó gustoso el canje y ordenó que el coronel
fuese decapitado. La hija, los miembros más selectos de la sociedad de Escuque
y todos sus habitantes hicieron todo lo posible para salvar al patriota, sin
embargo nada pudieron lograr, en la plaza de la Chiquinquirá de Trujillo se
levantó un patíbulo donde fue decapitado el coronel don Vicente de la Torre.
Pasado el tiempo, Bárbara de la Torre celebró matrimonio con don Antonio
Guillén, de cuya unión nacieron dos hijos: Luis Guillermo y Ramón Guillén de la
Torre.
DOMINGA ORTIZ ORZÚA
Nació
en la población de Canaguá, estado Barinas, Venezuela el 1 de noviembre de 1792
sus padres fueron el ganadero Francisco de Paula Ortiz y Micaela Orzúa. Quedo huérfana de padre y madre a temprana edad, y
es criada por sus tíos maternos, quienes administran el hato heredado de sus
padres.
Contrae
matrimonio con José Antonio Páez el 1 de julio de 1809 en su pueblo natal. Son
casados por Fray José Simón Archila. Páez en aquel momento, era peón de la
hacienda “La calzada”, cerca de Canagua, pueblo de donde ella era nativa. No
poseía medios de fortuna, por lo que su esposa aporto la dote, la cual
consistía en reses y bestias. Supongo que poco le importaba, ella tenía 17
años, era huérfana y poco agraciada, sin embargo, era una mujer estoica y
segura de sí misma, tanto, para saber que amaba a este campesino de 19 años,
impulsivo y recio.
Del
matrimonio Páez-Ortiz nacen dos hijos: Manuel A. Páez y María del Rosario Páez
de Llamosas.
Los
sucesos del 19 de abril de 1810 hacen que su esposo Páez apoye los ideales del
dueño de “la Calzada”, Juan Antonio Pulido, y se aliste en su caballería.
Dominga lo sigue, junto con las esposas de los demás soldados que se suman a la
lucha. Es común verla entre las filas, y es conocida por la tropa como la
«Señora» en señal de respeto. Dominga las organiza, para que atiendan a los
heridos en combate y alimenten a las tropas, con el tiempo, se conocerán como
“las Troperas.”
Estas
mujeres permanecen apoyando a sus hombres, y pasando grandes vicisitudes. Hacia
1813, Páez es encarcelado por el gobernador de Barinas, el realista Antonio
Puy. A punto de ser ejecutado y amparada por la noche, Dominga engaña a los
realistas haciendo disparos al aire, desde la distancia, hizo creer que un
ejército sediento de venganza venia al rescate de Páez y provoco la apresurada
huida de Antonio Puy. Este suceso, será conocido como “El ejercito de animas”.
Dominga
siguió apoyando a su esposo, incluso durante la batalla de Carabobo. Sin
embargo, hacia 1818 Páez enamorado de Barbarita Nieves se aleja de Dominga,
esta nota el alejamiento de Páez, quien finalmente la abandona hacia 1822.
Dejándola con dos hijos. Y esta se regresa a Barinas y desaparece de la vida
pública.
Mientras
Páez estaba con Barbarita Nieves, Dominga de Ortiz se la veía negras, fue
objeto de persecuciones por parte de los enemigos de su esposo, sin embargo,
siempre mantuvo una actitud digna, de respeto y de mesurado silencio.
Reaparece
hacia 1849, cuando el General José Antonio Páez cae en desgracia; es encarcelado
por José Tadeo Monagas. Dominga lo visita junto con su hija María en el
calabozo del castillo de Cumaná y comienza a realizar diligencias para obtener
un indulto que logra concretar. Puesto que conocía al presidente por los azares
independentistas e intercede ante su esposo, y logra su liberación, más es
expulsado de Venezuela. Ella y su hija acompañan a Páez en todo momento. Al
subir al barco que lo llevara a San Thomas, Páez espera que ella lo acompañe,
sin embargo, en actitud de profunda dignidad, Dominga le dirá al general las
siguientes palabras:
“Yo no voy a ninguna
parte con usted… yo cumplí con mi deber de esposa de pedir su libertad. Pero
conmigo no cuente. Adiós y que le vaya bien”.
Desde
el exilio, las cartas de Páez hacia Dominga fueron fragmentarias. Había pocas
respuestas de su parte, eran frías y concisas.
Ella
luchaba por recuperar sus bienes y los de su esposo, puesto que a raíz del arresto de Páez
todos los bienes del mismo y los de ella habían sido confiscados por el estado,
aunque luchó por recuperarlos no lo logró.
Hacia
1868, Páez trato de vender algunas propiedades, entre ellas, la casa de su hija
Rosario, sin el consentimiento de su esposa, pero la carta escrita por ella
ante el proceder de Páez, es la siguiente:
Sr.
Gral. José A. Páez
Valencia,
noviembre 30 de 1868
Estimado
José Antonio:
Por
fin has perfeccionado tu obra principiada el 31 de diciembre de 1818; creí que
mi resignación y mi constancia para sufrir en silencio, la triste situación a
que voluntaria y criminalmente me condenaste con tus hijos por tantos años,
cesará en la noche de tu vida; pero me equivoqué, eres el mismo de aquellos
tiempos para mí y para ellos, y no te creo con derecho a exigirnos más; todo lo
has arrebatado a tu familia legítima; fortuna, consideraciones sociales,
posición y cuanto una esposa e hijos que no te habían dado un sólo motivo de
queja hasta hoy tienen derecho a esperar del hombre honrado a quien uní mi
suerte: para una manceba y sus hijos fueron tus glorias, tus afectos y tu
fortuna; para mí los odios, las persecuciones de tus enemigos y lo que es peor
tu desprecio y hostilidades. El abandono tuyo y la persecución de tus amigos,
pues lejos de verme como tu esposa se creen obligados a tratarme como tu
enemiga. Sólo te quedaba un nombre honrado que legarnos, y en la presente
cuestión has resuelto también ponerlo en duda.
Me
he persuadido que sólo te anima un odio implacable contra mí y mis hijos.
¿Conque es un hecho la venta de la casa de Puerto Cabello?¿Podrás tú negar ante
Dios y los hombres la efectiva donación que hiciste a Rosario el año de 1830 de
la casa en cuestión?¿Podrás decir que esta donación no sea un acto de estricta
justicia que te ocurrió en aquel tiempo, cuando asegurabas a tus hijas
adulterinas la Viñeta, las casas de La Palma y otras propiedades valiosas?¿Por
qué no vendes estas que son tan donación tuya a ellas como la casa de Puerto
Cabello a Rosario?
Has
resuelto el escándalo y este será del tamaño que tú quieras, pues a todo estoy
resuelta; y todos los medios me parecerán lícitos, antes de ver arrebatarme y
disipar lo que queda, la casa de Puerto Cabello de Rosario y la de esta ciudad,
no las venderás.
Te
repito, todos los medios me parecerán lícitos para impedir que consumes tu obra
de iniquidad; no más silencio si tú lo quieres, que conozca el mundo las dos
historias: la del hombre grande en política y la del hombre sin corazón y
conciencia en familia; por fortuna, Venezuela toda me hace justicia, y tal vez
me la harán más allá, cuando me haga conocer.
Te
desea salud y felicidad, tú esposa
Dominga
Ortiz de Páez
Dominga quien participó en las
batallas a caballo y vestida de hombre, manipulaba armas y además se dedicaba a
la atención de los heridos, murió en la pobreza en la ciudad de Caracas el 31
de diciembre de 1875.
BARBARITA NIEVES
Se
desconoce con exactitud la fecha de su nacimiento, señalándose que la misma se
produjo cerca de 1803 en los Llanos de Apure. Se dice que era hija de un
hacendado de Choroni, y definitivamente, era una mujer especial.
Era
una mujer trigueña, de esbelta figura y profundo ojos negros. Increíblemente
inteligente, tenía una amplia cultura general, tocaba el piano, amaba la
lectura y sabía varios idiomas.
Conoció
al general Páez posiblemente en 1820, uniéndose sentimentalmente al «Centauro
de los llanos» al año siguiente luego que éste abandonara a su legitima esposa,
Dominga Ortiz.
Tras
conocerla, la vida de Páez cambia drásticamente. Fue conquistado por el amor y
seducido por la cultura. Barbarita motivó a que Páez leyera a Lamartine,
Rousseau y Cervantes. De tal modo esto explica que desde el gobierno de Páez
las empresas musicales, así como la enseñanza de la música. Asimismo, además
del gusto por la lectura y el conocimiento, Barbarita estimuló en Páez el amor
por el teatro, la pintura y el aprendizaje de varios idiomas.
Él
llegó a actuar, a cantar y a componer música. En su casa valenciana, donde
vivía en 1827, con Barbarita y sus hijos Páez también aprendió a tocar el
violoncelo y llegó a ser un buen ejecutante.
Páez
y Barbarita Nieves convivieron durante más de 25 años en Valencia, Maracay y
Caracas. Cuando residía en la capital de la República, pernoctaba en La Viñeta,
casa de amplios patios y jardines.
En
1830, Barbarita se encontraba en la ciudad de Valencia junto con la esposa de
Miguel Peña y otras señoras con las que asistía a las sesiones del Congreso.
Cuando un hijo del bandido Diego Cisneros cayó en poder las tropas de Páez,
quien tomó al niño bajo su protección y lo hizo bautizar, siendo él el padrino
y Barbarita la madrina; hecho que le comunicó Páez a Cisneros en septiembre de
1831. La importancia de Barbarita llegó a ser tal que en 1832 el cónsul
británico sir Robert Ker Porter la visitó en La Viñeta para felicitarla por su santo.
Posteriormente, entre febrero y marzo de 1833, Porter la visitó varias veces
para pintar un retrato, el cual una vez finalizado entregó a Páez. En su Diario
de 1833 a 1840, el diplomático describe las recepciones y las funciones
teatrales a las que ella y Páez asistían, así como otras reuniones más íntimas
en La Viñeta, donde sus hijas Úrsula y Juana bailaban la «cachucha» y el
«bolero» ante un grupo de amigos venezolanos y extranjeros. En octubre de 1839,
Paez, Barbarita y las dos jóvenes visitaron a Porter en su casa para ver la
pintura de un tema religioso que estaba realizando. Poco después Páez quien
para ese entonces era presidente de la República, dio una recepción con música
y baile el 21 de octubre, con motivo del onomástico de la hija mayor de la
pareja, Úrsula.
Con el pasar de los años Barbarita se
vio afectada por una grave enfermedad que la llevó a la tumba, muere el 14 de
diciembre de 1847en Maracay, Estado Aragua. Esto sume en un profundo dolor a
Páez. Muchos creen que su muerte trajo consigo la decadencia del general.
JUANA
RAMÍREZ: LA AVANZADORA
Conocida
como Juana La Avanzadora, nació en 1790, en Chaguaramal, Municipio Piar,
estado Monagas. Su madre era
Guadalupe Ramírez, una esclava y su padre fue el general patriota Andrés Rojas,
hombre de confianza de Bolívar.
Su madre fue traída de África y fue comprada
por la familia del General Andrés Rojas. La esclava Guadalupe y su hija
trabajaban en las tierras que la familia Rojas. Fue criada bajo la tutela de
Doña Teresa Ramírez de Balderrama quien la protegió y le dio su apellido.
Con
un año de edad, Juana percibe el aroma de la libertad al estallar la
insurrección de los esclavizados de Haití. Luego vino el levantamiento José
Leonardo Chirino y otras pequeñas sublevaciones que la niña observaba desde su
lugar.
Detrás
del fregadero, Juana escuchaba las noticias que alimentaban su espíritu
libertario. A los 15 años ya era mano derecha del General Don Andrés Rojas y
estaba lista para enfrentar las faenas de la guerra.
Influenciada
por su padre, conoce poco a poco el arte de la guerra en pos de la causa
libertadora.
Mientras
tanto, ocurría la revuelta de 1810, la Primera República. Juana con veinte años
se había convertido en una hermosa mujer muy alta e impactante que con sólo dar
la orden los demás obedecían sin resistencia e infundía sobre los esclavizados
la pasión por la lucha independentista.
Es
así que entre 1813 y 1814 Juana participa en las cinco batallas que se realizan
en las cercanías de Maturín contra Antonio Zuazola, de La Hoz, Monteverde y
Morales. La que más destaca es la de Alto de los Godos, una batalla que, por la
intrépida avanzada de Juana fue victoria segura para los patriotas.
En
la batalla del 25 de mayo de 1813, Juana tuvo una significativa participación.
Ese día patriotas y realistas se enfrentaron en una dura lucha que tuvo su
final al oscurecer el día. Siguiendo las órdenes del Comandante Felipe
Carrasquel, avanzó con su batería de mujeres y les dio el triunfo a los
patriotas.
La
batalla se realizó en la sabana del Alto de los Godos, en el oeste de Maturín.
En esa sabana, dos mil hombres patriotas esperaron a Monteverde que venía con
muchos más hombres. La batalla comenzó cerca de las 11 de la mañana.
Juana
y su batería de mujeres estaban cerca de lo que hoy es la Plaza Piar de
Maturín. Allí las mujeres atacaban al enemigo, atendían heridos y disparaban
cañones. Como a las 4 de la tarde, le llegó la noticia de que a los patriotas
se les estaban acabando las municiones. El Comandante Felipe Carrasquel ordenó
a Juana avanzar hasta Los Godos. También participaban en esta batalla José
Francisco Azcúe y Manuel Piar.
Monteverde
tuvo que huir ante tal arremetida. Ante este triunfo los patriotas ganaron:
armas, municiones, 6.000 pesos de plata, 3 cañones, entre otros. Y los cofres
de Monteverde. Juana se encargó de enterrar a los realistas caídos una vez
finalizada la batalla.
Al
año siguiente, el 11 de diciembre de 1814, Maturín cayó bajo el poder del
español Morales, quien arrasó la aldea, quemó todas las casas y asesinó a todos
los ancianos, niños y mujeres que pudo. La mayoría de esa población era
caraqueña y del centro del país que se fue a Oriente cuando Boves entró a
Caracas. Con esta victoria de Morales, cae la Segunda República.
Juana
y otras personas huyeron hacia las montañas y siguieron la lucha como
guerrilleros. Cuando Venezuela logró su independencia, Juana se quedó a vivir
en Chaguaramal, Monagas, localidad muy próspera que luego desapareció y varios
de sus habitantes emigraron hacia la parte alta y construyeron las primeras
casas de lo que ellos llamaron San Vicente el año 1924.
Tuvo
la heroína cinco hijas: Clara, Juana, Juana, Josefa y Victoria. Se dedicó a
trabajar la agricultura.
Murió
en 1856, a los 66 años. Fue sepultada en el cementerio antiguo de Chaguaramal,
el mismo que en la actualidad es utilizado por las comunidades de San Vicente y
Pueblo Libre.
En
su honor se erigió el Monumento Juana La Avanzadora, en la Avenida Bolívar de
Maturín.