viernes, 20 de mayo de 2016


ANA MARÍA CAMPOS "HEROINA ZULIANA"
Nace en una población zuliana llamada los Puertos de Altagracia, capital del distrito Miranda, hoy municipio Miranda, estado Zulia. El 2 de abril de 1796. Sus padres fueron Don Domingo Campos y Doña María Cubillán; fue una fina dama perteneciente a una de las familias más aristócratas de esa ciudad.
Desde muy pequeña germinaron en su corazón las ideas de libertad y el amor por la independencia. Su casa era el punto de referencia para los patriotas de la provincia de Maracaibo, el puerto de salvación y el asilo seguro para la conspiración, allí se reunían para organizar la resistencia y para buscar prosélitos de la libertad.
Esta noble doncella se hace notar primera vez, al hacerse partidaria de las ideas emancipadoras, las cuales manifestó cuando Maracaibo fue ocupada por los realistas al mando del Mariscal de Campo: Francisco Tomás Morales, después de la batalla de Carabobo. Ofrece su ayuda a los patriotas y comienza a colaborar en la organización, y a participar en las reuniones clandestinas, dejando oír su voz. Y fue en una de estas veladas secretas, que dejó escapar de sus labios la frase que puso a temblar a más de uno, y que la inmortalizó como "La Heroína del Martirio": "Si Morales no capitula, monda".
Ana María Campos fue delatada, hecha prisionera y conducida ante el Gobernador de Maracaibo, capitán Francisco Tomás Morales, quien perseguía a los patriotas con saña. Frente a Morales la joven no se desanima, por el contrario, su ímpetu se eleva y en su propia cara le explicó las razones que la inducían a creer que, si no capitulaba estaba perdido. Morales, en un gesto de soberbia, y sintiéndose humillado por aquella tierna jovencita, ordena que sea vapuleada públicamente, montada en un asno y paseada desnuda por las calles de la ciudad, y así se hizo. Fue el africano Valentín Aguirre el encargado de descargar el látigo sobre la piel de la joven patriota.
Ante el dolor, Ana María no claudicó en sus ideas, sino que a cada latigazo del verdugo sobre su cuerpo salía de sus labios sedientos y amargo la frase: "Si no capitula, monda", la cual repitió incansablemente. Creyó Morales, como lo creen todos, que las ideas mueren con el látigo y con las torturas, que quebrantando el cuerpo las ideas expirarían.
Pero lo que logró fue dar a la patria venezolana una heroína, al poner a prueba una voluntad decidida por la causa de la libertad y de la justicia, quien por su fuerte carácter resistió los azotes que le propiciaron al ser castigada públicamente.

Muere en Maracaibo en el año 1828, a la edad de 32 años, según notas aparecidas en archivos, en las orillas del lago, a consecuencia de un ataque epiléptico, producto del maltrato feroz de sus enemigos, pero antes de morir logró ver realizado su sueño, ya que debido a la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, en 1823, las banderas patriotas ondearon al viento de la libertad.
Afirman los historiadores que en un principio daba la impresión de que nadie se había dado cuenta del gesto heroico de la muchacha patriota. Las madres desconocían la razón por la cual las obligaron a presenciar el espectáculo de una joven arrastrada al suplicio, ignorando la entereza de su gesto. Parecía que todo iba a quedar en silencio, que nadie sería capaz de recoger el nombre de Ana María Campos para incluirlo en la lista de los héroes y las heroínas de la libertad. Pero el pueblo zuliano atesoró la imagen de la muchacha torturada y humillada, para luego exhibirla como un ejemplo de fe y de decisión para las futuras generaciones. Ana María Campos está en el pedestal que el pueblo le construyó con su sangre generosa, irradiando como un faro a todas las mujeres y hombres que aman la libertad y la justicia, como símbolo de la lucha femenina.


 

TERESA HEREDIA

Nació en 1797, en la Villa de Ospino (Edo Portuguesa), en el seno de una familia de elevada posición tanto social como económica, que estaba emparentada con el coronel Fermín de Heredia, jefe realista que murió en la Batalla de Araure, en 1813.

De niña creció en un ambiente en el que se hablaba mucho de las ideas de emancipación, y siendo todavía muy joven optó por la independencia. Sus padres, eran activistas de la causa patriótica y pagaron con sus vidas, su amor por la libertad.

Al morir sus padres quedo huérfana,  y  bajo el cuidado de una tía que la cual la llevó a vivir con ella a La Guaira, sitio en el que comenzó a transformarse en una mujer de gran personalidad, comprometida con la causa de la independencia.

Siendo muy joven, a los 17 años, contrajo matrimonio con el canario José Antonio Agüero. Dos años después, quedó viuda y se incorporó al movimiento emancipador, en el cual conoció al coronel José María Ladrón de Guevara, un joven patriota cautivo de los realistas en la cárcel de La Guaira, de quien se enamoró perdidamente, y para procurar su fuga se confabuló con el vigilante de la prisión, el soldado de artillería José Hidalgo, haciéndose pasar por su prometida, para no despertar sospechas.

Su relación con los insurrectos, quienes habían buscado y encontrado asilo a su lado, fue descubierta por las autoridades españolas; la interrogaron y ante su negativa a reconocer alguna vinculación con los insurgentes y a informar sobre su paradero, fue recluida en la prisión de La Guaira.

 A los 19 años, fue procesada y declara bajo juramento ser católica apostólica y romana, viuda de José Antonio Agüero, isleño, de oficio costurera y dedicarse a enseñar a leer a niños de la comunidad. En la cárcel vivió seis meses de angustia y amargura.

El 8 de mayo, la transfirieron a la cárcel de Caracas y le correspondió a Don Antonio Guzmán, Sargento Mayor de la Plaza, hacerle el juicio sumario por “sospecha de infidelidad”, para lo cual le pagó a un grupo de personas que testificaron en su contra.

La acusada se defendió con valentía y dignidad y negó que fuesen ciertos los cargos que se le imputaban, así como toda vinculación con grupos insurgentes; denunció que fue vejada por el Gobernador de Valencia, el capitán Dato, quien la arrestó “sin fórmula de juicio”, le mando a cortar el pelo, la expone al escarnio público haciéndola caminar desnuda con un redoble de tambores bañada en miel y cubierta con plumas en la población de Barvula, paseándola por las calles para después ponerla en libertad, “solo porque no quise ser su cortesana”.

El consejo de guerra no pudo probar su actividad revolucionaria, pero uno de sus asesores, de apellido Oropeza, despiadadamente, propuso “se expulse a América del Norte a esa mujer incorregible, para que allí sea independiente y aprenda a vivir en sociedad”. El gobernador Maso ordena su expulsión a Norteamérica por ser mujer peligrosa y rebelde, y fue expulsada del país.

Después que fue expulsada del país, nada más volvió a saberse de Teresa Heredia, pero su nombre quedó escrito para la posteridad en el corazón de los venezolanos.

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 LEONOR DE LA GUERRA Y VEGA RAMÍREZ

Nace en Cumaná (Edo. Sucre) y muere en esa misma ciudad en  el año 1816. Heroína de la Guerra de Independencia de Venezuela. Su padre fue Luís Beltrán de la Guerra y Vega y Guerra, regidor, procurador y depositario del Ayuntamiento de Cumaná en 1765, alférez mayor en 1768 y fiel ejecutor en 1775 y su madre Rosa Antonia Ramírez y Valderrín, era hija del alférez real Juan Dionisio Ramírez y de Leonor de Valderrín.

Leonor tuvo dos hermanos, Luís de la Guerra y Vega y Ramírez; regidor y fiel ejecutor en 1802 y Salvador de la Guerra y Vega Ramírez.

Contrajo nupcias en su ciudad natal, con José Tinedo de quien tuvo una hija Francisca Antonia. Desde muy joven Leonor sintió simpatías por la causa independentista.

En 1816, el coronel Juan Aldama, jefe y gobernador interino de la provincia de Cumaná enardecido por los triunfos de Gregor MacGregor en las batallas de Quebrada Honda (2 agosto), Alacrán (6 septiembre) y Juncal (27 septiembre), descarga su ira en Leonor Guerra quien osadamente se había asomado a la ventana con una cinta azul, símbolo que adoptaron los patriotas como divisa política y que las señoras llevaban discretamente en el cabello. Leonor se encontró frente al gobernador Aldama y fue víctima de sus atropellos, lo cual sin embargo no hizo que renegara de sus convicciones políticas. En consecuencia se le siguió juicio y se le sentenció a salir por las calles montada en un burro enjalmado, para recibir públicamente 200 azotes por «insurgente».

En cada esquina debía amonestársele y se le pedía que revelara los nombres de quienes compartían sus ideas. Mientras se la sometía a este suplicio, le gritaba a sus verdugos, antes de cada azote: « ¡Viva la Patria, mueran los tiranos!»; esto fue respondido con repetidos latigazos hasta que fue conducida a su hogar exhausto.

Afectada por la ofensa recibida, se negó a ingerir alimentos y a recibir asistencia médica, hasta que sobrevino la muerte ese mismo año. El 1 de diciembre de 1819, el general Pablo Morillo expuso al ministro de la Guerra de España la conveniencia de que el brigadier Aldama fuese trasladado a España, vistos su bajo rendimiento militar y por la «dureza imprudente» en Cumaná.
 

CECILIA MUJICA

Conocida como "La Mártir de la Libertad" era hija de del realista Martin de Mujica.

Perteneció a una familia acomodada y de abolengo, que frecuentaba los salones de San Felipe El Fuerte, del brazo de su padre, don Martín de Mújica, un caballero de conducta recta y realista por convicción.

Fue prometida en matrimonio a Henrique de Villalonga, joven de estirpe española, con quien compartía las mismas ideas revolucionarias. Su boda sería el acontecimiento más importante del círculo social al que pertenecían los futuros contrayentes.

Tras la muerte de su padre víctima del terremoto de 1812, queda huérfana. Su desolación y su pena eran infinitas, pero en su corazón ardía el amor por la patria libre que le daba aliento para seguir viviendo y se convierte en una de las más audaces propagandistas de las ideas emancipadoras, junto con su prometido, eran patriotas, pertenecían al Comité Revolucionario: él distribuía clandestinamente boletines encendidos con el fervor de la libertad y ella confeccionaba distintivos y cintas tricolores para el pecho de los voluntarios, pero además Cecilia componía canciones patrióticas, y, como sabía pulsar la lira, las ofrecía como regalo a sus oyentes de las tertulias de San Felipe.

Como respuesta al decreto de guerra a muerte que emitió el Libertador en 1813, El gobernador de San Felipe el teniente realista Don José Millet hizo levantar una horca, como contrapeso al decreto donde le arrebató la vida a muchos de los patriotas de la región, acusándolos del delito de profesar la fe en los libertadores.

Cecilia Mújica hace caso omiso de las disposiciones del gobernador José Millet y, aun a costa de su propia vida, sigue impertérrita en la elaboración y distribución de propaganda en pro de la libertad, secundada en dichas tareas por su prometido. Descubierto por los hombres del gobernador, Henrique de Villalonga fue capturado y encarcelado, y Cecilia Mújica, custodiada por los soldados de la orden de cazadores, fue llevada al tenebroso sitio de los "zunzunes", en el camino de Cocorote (estado Yaracuy), y en la quebrada de seballo, en 1813 fue sentenciada a morir fusilada de antemano, con los ojos vendados y montada en un potro, fue conducida al sitio destinado para la ejecución. En el grueso tronco de un árbol zunzún fue fusilada.

Cuenta la tradición que antes de ser ejecutada entregó a un soldado de nombre Ambrosio Trejo una trenza de sus cabellos y su anillo de compromiso matrimonial y le pidió que los llevase a Henrique de Villalonga para que los conservara "como el último recuerdo de la mujer que no tuvo la fortuna de ser su esposa pero sí la gloria de inmolarse por la libertad de nuestra patria".

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EULALIA RAMOS DE CHAMBERLAIN

Nació en una acaudalada familia, sus padres fueron, Francisco Ramos y María Isabel Sánchez.

Desde muy joven estuvo vinculada a la gesta de emancipación venezolana. Cuando apenas contaba con 14 años de edad, sus padres, se adhirieron al movimiento revolucionario de 1810.

A comienzos de 1812 contrae matrimonio con el patriota Juan José Velásquez con el cual tuvo una hija. En ese mismo año, su vida da un brusco giro, como consecuencia de la disolución de la Primera República, su marido es perseguido por los realistas, por lo que debe abandonarla en Tacarigua de Mamporal. Estando allí Eulalia es acorralada por los realistas, razón por la cual decidió huir entre la espesura del bosque, hacia Río Chico, en compañía de su pequeña bebé que apenas contaba con sólo 40 días de nacida, la cual muere en el tortuoso trayecto. Eulalia sintió desvanecer su vida ante tan duro golpe, pero sus ideales de libertad la ayudaron a sobreponerse.

Unos meses, después de su dolorosa perdida se dirige a Caracas con su padre. Aún sin recibir noticias del paradero de su esposo. Luego su padre regresa a Barlovento, pero es apresado y fusilado en la plaza mayor de Río Chico en 1814, con este segundo y duro golpe, Eulalia, parece recobrar fuerzas en su empeño por su lucha libertaria.

En 1814, después de la pérdida de la Segunda República, se marcha a Cartagena de Indias, (Colombia), donde se refugia con unos familiares. Estando en Cartagena, entabla estrecha amistad con la familia Buroz, los cuales eran parientes del general Carlos Soublette.

Entonces, en una interesante estrategia, se cambia el apellido y se hace pasar por miembro de dicha familia; de esta manera, al año siguiente regresa a Cumaná, en donde obtiene noticias de la muerte de su esposo.

En 1816, conoce al oficial inglés coronel William Chamberlain, edecán del Libertador, con el cual contrajo matrimonio en 1817 y se radica en Barcelona (Venezuela). Ese mismo año, el coronel realista Juan Aldara dirige una misión armada hacia esa ciudad. Muchos republicanos y civiles en general se refugian en el edificio del Convento de San Francisco, que después se llamaría Casa Fuerte, allí resistieron los patriotas durante 3 días.

 El 7 de abril irrumpieron los realistas contra la fortaleza, entonces, el coronel Chamberlain, de pie y frente al coronel realista Aldara, le dice que están perdidos, luego desenfunda su propia arma y se suicida. Eulalia desconcertada ante tal hecho, se abre paso entre la multitud y al llegar a la salida del fuerte, un joven oficial realista le grita: "Viva España, mueran los patriotas y te salvo" a lo que ella respondió: "Viva la patria y mueran los tiranos", sacando su pistola y disparando al oficial español, el cual cayó muerto a sus pies.

En medio del caos, la turba realista se abalanzo sobre ella, mutilando su cuerpo y amarrándolo a la cola de un caballo, siendo arrastrado hasta morir.

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JOSEFA JOAQUINA SÁNCHEZ

       
Nació el 18 de octubre de 1765 en el puerto de La Guaira, (Venezuela). Sus padres fueron Joaquín Sánchez y Juana Bastidas.

El 27 de julio de 1783 contrajo matrimonio con el militar venezolano José María España, con quien tuvo hasta nueve hijos.

Junto a su esposo, se involucró y participó en la Conspiración de Gual y España, organizada por su esposo. Esta conspiración tenía como propósito, levantar a la población venezolana en armas para liberarse del yugo español. Sánchez fue la encargada de copiar los documentos del movimiento revolucionario y de confeccionar las banderas que usarían los revolucionarios. Por esta razón es conocida como la "Bordadora de la primera Bandera de Venezuela".

Luego de que un esclavo negro llamado Rafael España los delatara, Sánchez fue interrogada por oficiales venezolanos respecto a España, puesto que los realistas sospechaban que José María España estaba escondido en su casa, dichas sospechas se hicieron evidentes, cuando notaron que Josefa Joaquina estaba embarazada, y en medio del interrogatorio le aseguraban que su esposo estaba en el país, y le decían si no ¿cómo estaría en ese estado de gravidez? que confesara y arriesgando su honor Josefa exclamó ¿es que acaso en La Guaira solo José María España preña?.....

El 8 de mayo de 1799, su esposo fue asesinado por las autoridades venezolanas quienes colgaron su cadáver como señal de advertencia para los demás conspiradores.

Tras la muerte de su esposo, es arrestada y trasladada a Caracas, donde meses después recibe su sentencia carcelaria con una duración de ocho años, la cual habría de cumplir en la Casa Hospicio de Caracas.

Sin embargo, en 1808, al término de su sentencia, es desterrada a Cumaná junto con sus hijos. Muere en 1813 en Cumaná, (Venezuela), a los 47 años.


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JOSEFA CAMEJO

Josefa Venancia de la Encarnación Camejo, mejor conocida como la figura heroica: Josefa Camejo y también como Doña Ignacia. Nació en el fundo de Aguaque, en Curaidebo, Pueblo Nuevo, Estado Falcón, el 18 de mayo de 1791. Sus padres fueron Miguel Camejo y Sebastiana Talavera y Garcés.

Fue hija única, proveniente de una familia acomodada de la Colonia, era sobrina de Monseñor de Talavera y Garcés, a quien se reconoce como ferviente patriota.

Recibió en Coro una esmerada educación, fue educada en la religión católica, también propia de la época. Comenzando así su vida como estudiante en el colegio de las hermanas Salcedo en Coro; y que continuó en un convento de monjas de esa misma ciudad, completando su educación y dándose contacto con las ideas republicanas en la ciudad de Caracas.

Para proseguir con sus estudios fue trasladada a Caracas para continuar sus estudios. Aquí se encontraba cuando estalló la revolución del 19 de Abril de 1810. Josefa contaba apenas con 19 años, y presenciar este tipo de acontecimiento fue un aspecto determinante en el pensamiento de Josefa y su ideal libertario y aguerrido. De esta manera decidió hacerse participe de las acaloradas sesiones políticas la Sociedad Patriótica.

En 1811 viajó con su madre a Barinas, donde residía su tío Monseñor Mariano de Talavera y Garcés. Allí, ante la amenaza de los realistas de invadir a Barinas, Josefa Camejo reúne un numeroso grupo de mujeres, deseosas de luchar contra los realistas y ansiosas de participar también en la lucha armada. Encabeza una petición dirigida al Gobernador de la Provincia, Pedro Briceño del Pumar, firmando un documento titulado: Representación que hace el Bello Sexo al Gobierno de Barinas. Con el espíritu de lucha y de valentía que caracteriza a las mujeres de valor nacionalista dieron frente y sin temor a los posibles intentos de guerra, aún a sabiendas de las consecuencias que ello implica, poniéndose a la orden y comprometiéndose a la defensa de la patria. Aun cuando en el documento reza con asombro que: "no se haya contado con ellas para proteger su seguridad... ", en este aseguran que "el sexo femenino, Señor Gobernador, no teme los horrores de la guerra, antes bien, el estallido del cañón no hará más que alentar, su fuego encenderá el deseo de libertad, que sostendrá a toda costa en obsequio del suelo patrio...”. Pero, y entendiendo la postura propia del macho, en particular para la época y especialmente ante una situación de guerra obtienen como respuesta de las autoridades lo siguiente: "dénsele al bello sexo las más expresivas gracias". Recuérdese que era aquella Venezuela del siglo XVIII donde las normas sociales y jurídicas excluían totalmente la posibilidad de que la mujer incursionara en las actividades consideradas masculinas; no obstante, Josefa Camejo y otras mujeres lucharon al lado de los hombres por la independencia de su país. El Gobernador de Barinas no ignora las cualidades de líder de Josefa Camejo, y es así como le encomienda dirigir la evaluación de la población. Para cumplir con este requerimiento, "Doña Ignacia" se dirige a San Carlos.
De Barinas Josefa Camejo pasó a Mérida, donde conoció y contrajo matrimonio con el prócer Juan Nepomuceno Briceño Méndez.

Registran los hechos que a principios de 1813 a la ciudad de Barinas comienzan a asediarla tropas realistas. Asedio que comanda José Antonio Puey, tal situación lleva al Gobernador de Barinas, Manuel Antonio Pulido a tomar la decisión de trasladar la población hacia San Carlos (Edo. Cojedes), a esta movilización se une Josefa Camejo y su progenitora quien pierde la vida al ahogarse en el río Santo Domingo cuando intentaba cruzarlo. Este fue otro duro golpe para nuestra heroica mujer que parece haberle dado más voluntad y fuerza para seguir en la lucha. Una vez en San Carlos, se organiza la población barinés y se unen a las fuerzas de Rafael Urdaneta, acordando que los hombres protegieran a las mujeres durante el viaje hacia la Nueva Granda. Durante este éxodo, Josefa Camejo se dedicó a curar a los heridos.

En 1.814, con la pérdida de la segunda República Josefa huye, encontrándose en estado de gravidez, se refugió en Nueva Granada, donde nació su primer hijo, Wenceslao. Estando allá continúa trabajando por la Independencia se unió a las familias republicanas, permaneciendo allí por espacio de cuatro años hasta 1.818.

A mediados de 1818, polifacética e ingeniosa, regresa clandestinamente a Venezuela, viajando, según algunos testimonios, disfrazada de vagabunda o pordiosera. Después de la Batalla de Boyacá, y se reincorpora a la lucha.

Su pasión por la libertad la llevó a estar presente en casi todo el territorio de Venezuela, lo que la convierte en una heroína de carácter nacional.

En 1821 su tío Mariano Talavera y Garcés la llama a Maracaibo para recibir instrucciones del General Rafael Urdaneta, quien le encomendó la tarea de levantar la provincia de Coro a favor de la independencia y dirigir la insurrección de Paraguaná, que se encontraba bajo control español. Una delación la obliga a adelantar la conspiración del 3 de marzo de 1821: conduce a caballo a cuarenta soldados, llevando la bandera de Francisco de Miranda hacia Pueblo Nuevo, donde increpa al Teniente Primera, quien duda acerca de la oportunidad del alzamiento, a lo que ella exclama: "Si usted no procede, procederé yo. ¡¡Viva Colombia!!", frase con la cual Josefa ha pasado a la historia. Logró que se le sumaran doscientos soldados más, avanzó hacia el Cabildo hasta que las autoridades españolas se rinden, unos huyen y otros se entregan. Ese mismo día, el 3 de mayo de 1821, el gobernador es puesto preso, y en su lugar se coloca a un civil republicano de nombre Mariano Arcaya.

Josefa realiza en Pueblo Nuevo el pronunciamiento que gritaba a los cuatro vientos la independencia de Coro, lo que la cataloga a partir de ese momento como una admirable heroína. Una vez conformado el nuevo gobierno, a ningún hombre se le ocurrió compartir el poder con la valiente heroína.
Josefa Camejo tuvo una hija, llamada Teoriste. Luego de una vida llena de virtudes, Josefa Camejo murió en 1862, posiblemente en Ciudad Bolívar.

Como muchas aguerridas mujeres venezolanas, Josefa Camejo, pasa del anonimato a heroína gracias a su voluntad para defender la patria ante intentos de invasión, debido en gran parte a la influencia de las ideas republicanas propias de la época las cuales hizo suyas.
El 8 de marzo del año 2002, el presidente Hugo Chávez Frías realizó una ceremonia simbólica de la incorporación de los restos de ésta notable heroína al Panteón Nacional, en conmemoración del Día Internacional de la Mujer.

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ANA CLETA LABORI

Era una negra, esclava liberta, de origen martiniqueño,  heroína de la Independencia, de quien se decía, en su época, que además de hermosa, era una verdadera borrasca libertaria y revolucionaria.

En 1815, el todavía Coronel Juan Bautista Arismendi comisiona en ese entonces al Capitán de Artillería, Felipe Villalba Frontado, el cual se encontraba al mando del Castillo de San Carlos de Borromeo, en Pampatar; para que se trasladara, en la “ La Tía María”, nave de su propiedad, hacia Guadalupe y Martinica, en busca de un parque para armar las fuerzas patriotas de la isla en aquel momento; Felipe Villalba Frontado no solo cumplió la misión con excelencia, sino que se trajo en la goleta a su futura esposa y al resto de sus parientes libertos de la Martinica.

Contrajeron matrimonio y de esa unión nacieron Josefa, Pedro Segundo, Margarita, Felipe, Santiago, Juana Buenaventura, Silveria y Elías.

Pero resulta ser que Josefa es seducida por Pedro Maneiro, nieto del prócer Manuel Placido y de esa unión bastarda nace el posteriormente General liberal, Donato Villalba, quien no es reconocido por su padre y por ello solo lleva el apellido de la madre.

El 28 de Octubre de 1865 Fallece en Pampatar la Heroína Ana Cleta Laborí de Villalba, esposa del Comandante Felipe Villalba. Sus restos reposan en el Cementerio de la ciudad de Pampatar.
 

 BÁRBARA DE LA TORRE DEL CORRAL “BARBARITA”

Nació en Trujillo, el 4 de Diciembre de 1790, en la Residencia de los La Torre Gutiérrez. Sus padres fueron el coronel Vicente de la Torre y de doña Manuela Gutiérrez del Corral, Barbarita era la hija mayor d este matrimonio.

Barbarita se levantó en un lugar donde se amaba a la patria entrañablemente y donde predominaban sentimientos libertarios que los miembros de aquella familia adoptaron como norma de vida.

Es una de las Heroínas del Combate Campal de Las Trincheras en Betijoque, el 1 de Junio de 1813; Combate Campal de Escuque, el 2 de Junio de 1813; Combate Campal de El Colorado en Escuque, el 3 de Junio de 1813; Batalla Campal de Ponemesa en Betijoque, el 4 de Junio de 1813; Combate Campal de Los Higuerones o Higuerotes en Bolivia, el 12 de Junio de 1813; Combate Campal de Los Cuarteles en Carache, el 13 de Junio de 1813; Batalla Campal de Agua de Obispo en Carache, el 18 de Junio de 1813 y Batalla Campal de Niquitao en Boconó, el 2 de Julio de 1813. Además estuvo presente en la Firma de la Proclama de Guerra a Muerte, el 15 de Junio de 1813.

Barbarita de La Torre es conocida como “La Amazona Trujillense”; mujer hermosa de 1.65 metros de estatura, cabello castaño, cejas cortas, ojos negros, nariz perfilada y boca pequeña; es Heroína del Combate de Agua Santa, casada con Antonio Guillén, procrearon dos hijos: Luis Guillermo y Ramón Miguel; lo acompañó desde su alzamiento en la Hacienda “El Cequión”, junto a los guerrilleros: Ramón Méndez, Enrique Barroeta Francisco Colmenares, Asunción Montezuma, Modesto Terán, Cristóbal Daboín, Manuel Martos, Cipriano Vega, Vicente González y el español José Esteban Arias y un centenar de combatientes más, contra las tropas españolas en los combates de Agua Santa, Los Amadores de Monay, La Ceibita, El Cequión, El Cenizo, Sabana Grande, El Dividive, Sabana de Mendoza, El Mismote, Media Luna, Juan Díaz, Boquerón y La Finca.

El Coronel Vicente de La Torre, con su hija Barbarita de La Torre, después de los Combates Campales El Cenizo, El Dividive, Monay y Monaicito, se produce la Batalla de Agua Santa, el 1 de Agosto de 1812, entre Vicente de La Torre y su Ejército Patriota Trujillano contra las tropas realistas del Gobernador Oficial Francisco Farías.
Por el año 1815 la población de Escuque fue azotada sin piedad por los realistas. Los hombres y mujeres de esa región, amantes de la libertad, con rapidez empuñaron el fusil y la lanza en defensa de la patria. Al frente de aquellas fuerzas estaba el coronel Vicente de la Torre y su hija Barbarita combate con valor junto a él.

El 7 de febrero, en un sitio denominado La Vega de Motatán, doña Manuela de la Torre, hermana del coronel, su esposa doña Manuela Gutiérrez del corral y tres de sus hijos, entre quienes se encontraba Barbarita, fueron hechas prisioneras. Vicente de la Torre se levantó en armas y logra liberarlas. Bárbara de la Torre combatió en el campo de batalla con tan terribles y feroces enemigos como eran los realistas.

Esta singular heroína era una joven dotada de una gran hermosura. Valiente como su progenitor, llena de coraje, resolvió hacerle frente a la hostil situación que se presentaba y si amilanarse ante el poderoso adversario, combate con entereza por la libertad del suelo patrio. Cuando se lanzaba al combate, siempre llevaba levantado el estandarte de Santa Bárbara, como escudo protector. Entre combate y combate aprovechaba para arengar a fin de que hombres y mujeres se animaran a combatir por la emancipación. Y fogosa como era aquella insigne patriota, persuade a todos para que se mantengan firmes, despertando el fervor patriótico de aquellos hombres y mujeres que llenos de amor por su tierra estaban dispuestos a sacrificar su vida en aras de la libertad. Con su rebeldía y coraje logró que muchos se alistaran en las filas del ejército patriota por la confianza que ella les inspiraba. Un oscuro día de lluvia y de mucho frío, Barbarita de la Torre es apresada por los realistas y cuando su padre se entera y advierte el peligro que se ciñe sobre su hija, temiendo que pudiese ser víctima de ultrajes por parte de los soldados al mando del indio Reyes Vargas, inmediatamente se ofreció como rehén para obtener la libertad de la heroína. El Gobernador Francisco Farías aceptó gustoso el canje y ordenó que el coronel fuese decapitado. La hija, los miembros más selectos de la sociedad de Escuque y todos sus habitantes hicieron todo lo posible para salvar al patriota, sin embargo nada pudieron lograr, en la plaza de la Chiquinquirá de Trujillo se levantó un patíbulo donde fue decapitado el coronel don Vicente de la Torre. Pasado el tiempo, Bárbara de la Torre celebró matrimonio con don Antonio Guillén, de cuya unión nacieron dos hijos: Luis Guillermo y Ramón Guillén de la Torre.
 

 DOMINGA ORTIZ ORZÚA

Nació en la población de Canaguá, estado Barinas, Venezuela el 1 de noviembre de 1792 sus padres fueron el ganadero Francisco de Paula Ortiz y Micaela Orzúa. Quedo  huérfana de padre y madre a temprana edad, y es criada por sus tíos maternos, quienes administran el hato heredado de sus padres.

Contrae matrimonio con José Antonio Páez el 1 de julio de 1809 en su pueblo natal. Son casados por Fray José Simón Archila. Páez en aquel momento, era peón de la hacienda “La calzada”, cerca de Canagua, pueblo de donde ella era nativa. No poseía medios de fortuna, por lo que su esposa aporto la dote, la cual consistía en reses y bestias. Supongo que poco le importaba, ella tenía 17 años, era huérfana y poco agraciada, sin embargo, era una mujer estoica y segura de sí misma, tanto, para saber que amaba a este campesino de 19 años, impulsivo y recio.

Del matrimonio Páez-Ortiz nacen dos hijos: Manuel A. Páez y María del Rosario Páez de Llamosas.

Los sucesos del 19 de abril de 1810 hacen que su esposo Páez apoye los ideales del dueño de “la Calzada”, Juan Antonio Pulido, y se aliste en su caballería. Dominga lo sigue, junto con las esposas de los demás soldados que se suman a la lucha. Es común verla entre las filas, y es conocida por la tropa como la «Señora» en señal de respeto. Dominga las organiza, para que atiendan a los heridos en combate y alimenten a las tropas, con el tiempo, se conocerán como “las Troperas.”

Estas mujeres permanecen apoyando a sus hombres, y pasando grandes vicisitudes. Hacia 1813, Páez es encarcelado por el gobernador de Barinas, el realista Antonio Puy. A punto de ser ejecutado y amparada por la noche, Dominga engaña a los realistas haciendo disparos al aire, desde la distancia, hizo creer que un ejército sediento de venganza venia al rescate de Páez y provoco la apresurada huida de Antonio Puy. Este suceso, será conocido como “El ejercito de animas”.

Dominga siguió apoyando a su esposo, incluso durante la batalla de Carabobo. Sin embargo, hacia 1818 Páez enamorado de Barbarita Nieves se aleja de Dominga, esta nota el alejamiento de Páez, quien finalmente la abandona hacia 1822. Dejándola con dos hijos. Y esta se regresa a Barinas y desaparece de la vida pública.

Mientras Páez estaba con Barbarita Nieves, Dominga de Ortiz se la veía negras, fue objeto de persecuciones por parte de los enemigos de su esposo, sin embargo, siempre mantuvo una actitud digna, de respeto y de mesurado silencio.

Reaparece hacia 1849, cuando el General José Antonio Páez cae en desgracia; es encarcelado por José Tadeo Monagas. Dominga lo visita junto con su hija María en el calabozo del castillo de Cumaná y comienza a realizar diligencias para obtener un indulto que logra concretar. Puesto que conocía al presidente por los azares independentistas e intercede ante su esposo, y logra su liberación, más es expulsado de Venezuela. Ella y su hija acompañan a Páez en todo momento. Al subir al barco que lo llevara a San Thomas, Páez espera que ella lo acompañe, sin embargo, en actitud de profunda dignidad, Dominga le dirá al general las siguientes palabras:

“Yo no voy a ninguna parte con usted… yo cumplí con mi deber de esposa de pedir su libertad. Pero conmigo no cuente. Adiós y que le vaya bien”.

Desde el exilio, las cartas de Páez hacia Dominga fueron fragmentarias. Había pocas respuestas de su parte, eran frías y concisas.

Ella luchaba por recuperar sus bienes y los de su esposo, puesto que a raíz del arresto de Páez todos los bienes del mismo y los de ella habían sido confiscados por el estado, aunque luchó por recuperarlos no lo logró.

Hacia 1868, Páez trato de vender algunas propiedades, entre ellas, la casa de su hija Rosario, sin el consentimiento de su esposa, pero la carta escrita por ella ante el proceder de Páez, es la siguiente:

Sr. Gral. José A. Páez

Valencia, noviembre 30 de 1868

Estimado José Antonio:

Por fin has perfeccionado tu obra principiada el 31 de diciembre de 1818; creí que mi resignación y mi constancia para sufrir en silencio, la triste situación a que voluntaria y criminalmente me condenaste con tus hijos por tantos años, cesará en la noche de tu vida; pero me equivoqué, eres el mismo de aquellos tiempos para mí y para ellos, y no te creo con derecho a exigirnos más; todo lo has arrebatado a tu familia legítima; fortuna, consideraciones sociales, posición y cuanto una esposa e hijos que no te habían dado un sólo motivo de queja hasta hoy tienen derecho a esperar del hombre honrado a quien uní mi suerte: para una manceba y sus hijos fueron tus glorias, tus afectos y tu fortuna; para mí los odios, las persecuciones de tus enemigos y lo que es peor tu desprecio y hostilidades. El abandono tuyo y la persecución de tus amigos, pues lejos de verme como tu esposa se creen obligados a tratarme como tu enemiga. Sólo te quedaba un nombre honrado que legarnos, y en la presente cuestión has resuelto también ponerlo en duda.

Me he persuadido que sólo te anima un odio implacable contra mí y mis hijos. ¿Conque es un hecho la venta de la casa de Puerto Cabello?¿Podrás tú negar ante Dios y los hombres la efectiva donación que hiciste a Rosario el año de 1830 de la casa en cuestión?¿Podrás decir que esta donación no sea un acto de estricta justicia que te ocurrió en aquel tiempo, cuando asegurabas a tus hijas adulterinas la Viñeta, las casas de La Palma y otras propiedades valiosas?¿Por qué no vendes estas que son tan donación tuya a ellas como la casa de Puerto Cabello a Rosario?

Has resuelto el escándalo y este será del tamaño que tú quieras, pues a todo estoy resuelta; y todos los medios me parecerán lícitos, antes de ver arrebatarme y disipar lo que queda, la casa de Puerto Cabello de Rosario y la de esta ciudad, no las venderás.

Te repito, todos los medios me parecerán lícitos para impedir que consumes tu obra de iniquidad; no más silencio si tú lo quieres, que conozca el mundo las dos historias: la del hombre grande en política y la del hombre sin corazón y conciencia en familia; por fortuna, Venezuela toda me hace justicia, y tal vez me la harán más allá, cuando me haga conocer.

Te desea salud y felicidad, tú esposa

Dominga Ortiz de Páez

Dominga quien participó en las batallas a caballo y vestida de hombre, manipulaba armas y además se dedicaba a la atención de los heridos, murió en la pobreza en la ciudad de Caracas el 31 de diciembre de 1875.
 

BARBARITA NIEVES

Se desconoce con exactitud la fecha de su nacimiento, señalándose que la misma se produjo cerca de 1803 en los Llanos de Apure. Se dice que era hija de un hacendado de Choroni, y definitivamente, era una mujer especial.

Era una mujer trigueña, de esbelta figura y profundo ojos negros. Increíblemente inteligente, tenía una amplia cultura general, tocaba el piano, amaba la lectura y sabía varios idiomas.

Conoció al general Páez posiblemente en 1820, uniéndose sentimentalmente al «Centauro de los llanos» al año siguiente luego que éste abandonara a su legitima esposa, Dominga Ortiz.

Tras conocerla, la vida de Páez cambia drásticamente. Fue conquistado por el amor y seducido por la cultura. Barbarita motivó a que Páez leyera a Lamartine, Rousseau y Cervantes. De tal modo esto explica que desde el gobierno de Páez las empresas musicales, así como la enseñanza de la música. Asimismo, además del gusto por la lectura y el conocimiento, Barbarita estimuló en Páez el amor por el teatro, la pintura y el aprendizaje de varios idiomas.

Él llegó a actuar, a cantar y a componer música. En su casa valenciana, donde vivía en 1827, con Barbarita y sus hijos Páez también aprendió a tocar el violoncelo y llegó a ser un buen ejecutante.

Páez y Barbarita Nieves convivieron durante más de 25 años en Valencia, Maracay y Caracas. Cuando residía en la capital de la República, pernoctaba en La Viñeta, casa de amplios patios y jardines.

En 1830, Barbarita se encontraba en la ciudad de Valencia junto con la esposa de Miguel Peña y otras señoras con las que asistía a las sesiones del Congreso. Cuando un hijo del bandido Diego Cisneros cayó en poder las tropas de Páez, quien tomó al niño bajo su protección y lo hizo bautizar, siendo él el padrino y Barbarita la madrina; hecho que le comunicó Páez a Cisneros en septiembre de 1831. La importancia de Barbarita llegó a ser tal que en 1832 el cónsul británico sir Robert Ker Porter la visitó en La Viñeta para felicitarla por su santo. Posteriormente, entre febrero y marzo de 1833, Porter la visitó varias veces para pintar un retrato, el cual una vez finalizado entregó a Páez. En su Diario de 1833 a 1840, el diplomático describe las recepciones y las funciones teatrales a las que ella y Páez asistían, así como otras reuniones más íntimas en La Viñeta, donde sus hijas Úrsula y Juana bailaban la «cachucha» y el «bolero» ante un grupo de amigos venezolanos y extranjeros. En octubre de 1839, Paez, Barbarita y las dos jóvenes visitaron a Porter en su casa para ver la pintura de un tema religioso que estaba realizando. Poco después Páez quien para ese entonces era presidente de la República, dio una recepción con música y baile el 21 de octubre, con motivo del onomástico de la hija mayor de la pareja, Úrsula.

Con el pasar de los años Barbarita se vio afectada por una grave enfermedad que la llevó a la tumba, muere el 14 de diciembre de 1847en Maracay, Estado Aragua. Esto sume en un profundo dolor a Páez. Muchos creen que su muerte trajo consigo la decadencia del general.
 

 JUANA RAMÍREZ: LA AVANZADORA

Conocida como Juana La Avanzadora, nació en 1790, en Chaguaramal, Municipio Piar, estado Monagas. Su madre era Guadalupe Ramírez, una esclava y su padre fue el general patriota Andrés Rojas, hombre de confianza de Bolívar.

 Su madre fue traída de África y fue comprada por la familia del General Andrés Rojas. La esclava Guadalupe y su hija trabajaban en las tierras que la familia Rojas. Fue criada bajo la tutela de Doña Teresa Ramírez de Balderrama quien la protegió y le dio su apellido.

Con un año de edad, Juana percibe el aroma de la libertad al estallar la insurrección de los esclavizados de Haití. Luego vino el levantamiento José Leonardo Chirino y otras pequeñas sublevaciones que la niña observaba desde su lugar.

Detrás del fregadero, Juana escuchaba las noticias que alimentaban su espíritu libertario. A los 15 años ya era mano derecha del General Don Andrés Rojas y estaba lista para enfrentar las faenas de la guerra.

Influenciada por su padre, conoce poco a poco el arte de la guerra en pos de la causa libertadora.

Mientras tanto, ocurría la revuelta de 1810, la Primera República. Juana con veinte años se había convertido en una hermosa mujer muy alta e impactante que con sólo dar la orden los demás obedecían sin resistencia e infundía sobre los esclavizados la pasión por la lucha independentista.

Es así que entre 1813 y 1814 Juana participa en las cinco batallas que se realizan en las cercanías de Maturín contra Antonio Zuazola, de La Hoz, Monteverde y Morales. La que más destaca es la de Alto de los Godos, una batalla que, por la intrépida avanzada de Juana fue victoria segura para los patriotas.

En la batalla del 25 de mayo de 1813, Juana tuvo una significativa participación. Ese día patriotas y realistas se enfrentaron en una dura lucha que tuvo su final al oscurecer el día. Siguiendo las órdenes del Comandante Felipe Carrasquel, avanzó con su batería de mujeres y les dio el triunfo a los patriotas.

La batalla se realizó en la sabana del Alto de los Godos, en el oeste de Maturín. En esa sabana, dos mil hombres patriotas esperaron a Monteverde que venía con muchos más hombres. La batalla comenzó cerca de las 11 de la mañana.

 Juana y su batería de mujeres estaban cerca de lo que hoy es la Plaza Piar de Maturín. Allí las mujeres atacaban al enemigo, atendían heridos y disparaban cañones. Como a las 4 de la tarde, le llegó la noticia de que a los patriotas se les estaban acabando las municiones. El Comandante Felipe Carrasquel ordenó a Juana avanzar hasta Los Godos. También participaban en esta batalla José Francisco Azcúe y Manuel Piar.

Monteverde tuvo que huir ante tal arremetida. Ante este triunfo los patriotas ganaron: armas, municiones, 6.000 pesos de plata, 3 cañones, entre otros. Y los cofres de Monteverde. Juana se encargó de enterrar a los realistas caídos una vez finalizada la batalla.

Al año siguiente, el 11 de diciembre de 1814, Maturín cayó bajo el poder del español Morales, quien arrasó la aldea, quemó todas las casas y asesinó a todos los ancianos, niños y mujeres que pudo. La mayoría de esa población era caraqueña y del centro del país que se fue a Oriente cuando Boves entró a Caracas. Con esta victoria de Morales, cae la Segunda República.

Juana y otras personas huyeron hacia las montañas y siguieron la lucha como guerrilleros. Cuando Venezuela logró su independencia, Juana se quedó a vivir en Chaguaramal, Monagas, localidad muy próspera que luego desapareció y varios de sus habitantes emigraron hacia la parte alta y construyeron las primeras casas de lo que ellos llamaron San Vicente el año 1924.

Tuvo la heroína cinco hijas: Clara, Juana, Juana, Josefa y Victoria. Se dedicó a trabajar la agricultura.

Murió en 1856, a los 66 años. Fue sepultada en el cementerio antiguo de Chaguaramal, el mismo que en la actualidad es utilizado por las comunidades de San Vicente y Pueblo Libre.

En su honor se erigió el Monumento Juana La Avanzadora, en la Avenida Bolívar de Maturín.

miércoles, 4 de mayo de 2016

HEROÍNAS DE LA INDEPENDENCIA


HEROÍNAS DE LA INDEPENDENCIA

Es de gran importancia dar a conocer el papel que ha desempeñado la mujer venezolana como ejemplo de audacia y heroísmo. Desde tiempos remotos a través de lo que ha sido nuestra historia la mujer se ha destacado, por tal razón se darán a conocer a continuación aquellas mujeres que tuvieron participación activa en el movimiento independentista. Algunos historiadores afirman o catalogan las actuaciones de estas mujeres como la de simples acompañantes de sus esposos en las faenas duras de la emancipación, para otros representan relevancia y son símbolos de heroicidad, por lo cual las hacen merecedoras del calificativo heroínas, lo cierto es que cada una de ellas mostró su audacia e inteligencia, en ese importante momento de nuestra historia. Quienes pertenecientes a diferentes sectores sociales, demostraron su fiel compromiso con la patria y se hicieron presente, siendo participes del movimiento emancipador, es por ello que merecen ser llamadas heroínas de la independencia.





  HEROÍNAS DE LA INDEPENDENCIA
Es de gran importancia dar a conocer el papel que ha desempeñado la mujer venezolana como ejemplo de audacia y heroísmo. Desde tiempos remotos a través de lo que ha sido nuestra historia la mujer se ha destacado, por tal razón se darán a conocer a continuación aquellas mujeres que tuvieron participación activa en el movimiento independentista. Algunos historiadores afirman o catalogan las actuaciones de estas mujeres como la de simples acompañantes de sus esposos en las faenas duras de la emancipación, para otros representan relevancia y son símbolos de heroicidad, por lo cual las hacen merecedoras del calificativo heroínas, lo cierto es que cada una de ellas mostró su audacia e inteligencia, en ese importante momento de nuestra historia. Quienes pertenecientes a diferentes sectores sociales, demostraron su fiel compromiso con la patria y se hicieron presente, siendo participes del movimiento emancipador, es por ello que merecen ser llamadas heroínas de la independencia.
   LUISA CÁCERES DE ARISMENDI
María Luisa Cáceres Díaz (conocida por la historia como Luisa Cáceres de Arismendi). Nació en la ciudad de Caracas el 25 de septiembre de 1799. Es uno de los personajes femeninos más insignes y heroína de la gesta de independencia de Venezuela. Esposa del General Juan Bautista Arismendi.
Fue la hija primogénita del distinguido pedagogo José Domingo Cáceres y su esposa Doña Carmen Díaz fue bautizada en la Iglesia Santa Rosalía. Su padre, profesor de latín, se ocupó de enseñarle a leer y escribir, así como también los principios y normas morales. Tuvo dos hermanos que se llamaban Félix y Manuel Cáceres.
Fue educada como todas las señoritas de la alta sociedad de la época para ejercer el sagrado ministerio de esposa y de madre. Por el atraso en que se encontraba la instrucción pública en esa entonces, su espíritu no fue cultivado, aprendió solamente a leer y a escribir, y todas aquellas normas de sociabilidad que le trasmitieron sus padres.
Desde muy temprana edad Luisa Cáceres se distinguió por su belleza. Su estatura era mediana y presentaba bellas facciones, motivo por el cual llamaba la atención por su porte y gentileza.
 En 1814, antes de cumplir los quince años de edad fue solicitada en matrimonio ante sus padres por un joven patriota, el entonces Coronel Juan Bautista Arismendi, viudo hacía pocos años de Doña María del Rosario Iralda.
El 6 de marzo de 1814 las tropas del realista Francisco Rosete asaltaron la guarnición de Ocumare y matan al padre de Luisa quien se encontraba allí por invitación de su amigo el comandante Juan José Toro. La Comandancia Militar, en Caracas, a cargo del coronel Juan Bautista Arismendi, organiza una expedición de jóvenes estudiantes y acude el día 14 de marzo en auxilio de los patriotas que estaban en Ocumare; entre los soldados se encontraba Félix Cáceres, hermano de Luisa. Las tropas de Arismendi fueron derrotadas y Félix es hecho prisionero y ejecutado el 16 de marzo de ese mismo año.
Por otra parte las sucesivas derrotas y la ofensiva de José Tomás Boves y de su “Legión infernal” obligan a las fuerzas patriotas a abandonar la plaza de Caracas; el 7 de julio de 1814 se emprende la retirada a oriente mejor conocida como la Emigracion a Oriente comandada por Simón Bolívar y José Félix Ribas; entre los emigrados marcha la familia Cáceres, durante la travesía mueren 4 tías de Luisa y sólo quedan ella, su madre y su hermano menor, Manuel. Los emigrados pasan por Barcelona y se dirigen a Cumaná a donde llegan a fines de agosto, pero la calma será por poco tiempo ya que Boves toma la ciudad.
Muchos de ellos consiguen pasar a Margarita donde Arismendi puede ofrecerles alguna seguridad. El coronel Arismendi busca a la familia Cáceres, a quienes había conocido y frecuentado por algún tiempo en Caracas en la Navidad de 1813, les proporciona vestido, alojamiento y demás recursos necesarios. El día 4 de diciembre de 1814 Luisa Cáceres contrae matrimonio con el coronel Juan Bautista Arismendi.
Para el año de 1815 Arismendi es nombrado como Gobernador provisional, momento en el cual arribó  a la isla de Margarita, el General Realista Pablo Morillo, al frente de una escuadra jamás vista en las costas venezolanas. El acoso español se inició por todo el territorio de la república, durante algunos meses, Arismendi vive en las afueras de La Asunción bajo el espionaje.
  Castillo de Santa Rosa
En septiembre de 1815 se ordena apresar a Arismendi, éste escapa y se oculta con uno de sus hijos en las montañas de Copey; el día 24 de septiembre Luisa, quien se encontraba embarazada, es tomada como rehén para doblegar a su esposo y encerrada bajo la vigilancia en la casa de la familia Amnés, días después fue trasladada a un calabozo del Castillo de Santa Rosa en la Asunción, un calabozo oscuro y sin luz de la fortaleza y comienza el suplicio de Luisa por el maltrato y ofensas recibidas por las tropas españolas, ante los cuales nuestra heroína nunca cedió. Fue vigilada de forma estricta, y permanecia sentada noche y día sin moverse para no llamar la atención del celador.
Un día el capellán de la fortaleza de regreso de sus oficios paso por su puerta y se compadecio por su actitud de vencida y de humillada, y ordena que le lleven comida de su propia casa, que le supriman el centinela y que le coloquen una luz que ilumine el calabozo.

Las acciones militares de Arismendi le permiten hacer prisioneros a varios jefes españoles entre ellos al comandante Cobián, de la fortaleza de Santa Rosa por lo cual el jefe realista Joaquín Urreiztieta propone a Arismendi canjear esos prisioneros por su esposa, tal ofrecimiento no es aceptado y el emisario recibe por respuesta: «Diga al jefe español que sin patria no quiero esposa». A partir de aquel momento empeoran las condiciones del cautiverio y se desvanece la posibilidad de libertad al fracasar los patriotas en un intento de asalto de la fortaleza.
Habiendo trascurrido un mes desde su prisión oye una noche una gran alarma y se da cuenta de que se prepara un asalto al cuartel. Mantuvo la esperanza de un triunfo de los suyos pero al amanecer, cuando todo está en calma, sólo oye los lamentos de los moribundos y de los heridos. Horas más tarde los soldados la sacan de su prisión para pasearla sobre la explanada del cuartel, donde habian sido fusilados los prisioneros.
Luisa tiembla ante la idea de que ella también va a ser sacrificada, pero estaba equivocada: el objeto de sus verdugos era que se paseara por sobre los cadáveres de los patriotas fusilados, que caminara por sobre aquellos cuerpos sin vida que habían tenido la osadía de querer libertarla. La sangre derramada va a desembocar en el aljibe de la prisión y a Luisa la obligaban a calmar su sed con aquella agua putrefacta y pestilente mezclada con la sangre de los suyos.
 El 26 de enero de 1816, Luisa da a luz una niña que muere al nacer dadas las condiciones del parto y del calabozo en el cual se encontraba prisionera.
Los brigadieres Juan Bautista Pardo y Salvador Moxó ordenan que se traslade a la detenida al fortín de Pampatar donde permanece algunos días, luego es trasladada a la prisión de La Guaira y posteriormente al convento de la Inmaculada Concepción en Caracas, donde ingresa como prisionera el 22 de marzo de 1816. Durante todo este tiempo se le mantiene incomunicada y sin noticias de sus familiares. Los triunfos de las fuerzas republicanas comandadas por Arismendi en Margarita y por el general José Antonio Páez en Apure determinaron que el brigadier Moxó ordenara el traslado de Luisa a Cádiz, por tal razón es llevada de nuevo a la prisión de La Guaira el 24 de noviembre de 1816 y embarcada el 3 de diciembre. En alta mar son atacados por un buque corsario que se apodera de todo el cargamento y los pasajeros son abandonados en la isla de Santa María en las Azores.
Imposibilitada de regresar a Venezuela, Luisa llega a Cádiz el 17 de enero de 1817. Es presentada ante el capitán general de Andalucía, quien protesta por la arbitraria decisión de las autoridades españolas en América y le da la categoría de confinada, le asigna una pensión de 10 reales en vellón diarios y confía su protección al médico José María Morón y su esposa Concepción Pepet, luego que pagan una fianza y se comprometen a presentarla mensualmente ante el juez de alzada. Durante su permanencia en Cádiz, se negó a firmar un documento donde manifestaba su lealtad al Rey de España y renegaba de la filiación patriota de su marido a lo cual respondió que el deber de su esposo era servir a la patria y luchar por libertarla. El destierro transcurre sin noticias de su madre y su esposo. En marzo de 1818 el teniente Francisco Carabaño y el inglés Mr. Tottem se ofrecen para ayudarla a trasladarse a América; se hacen todos los preparativos pertinentes para la fuga y la joven promete que su esposo pagará todos los gastos al arribar a tierra margariteña. Se despide de la familia Morón y emprende viaje a bordo de una fragata de bandera norteamericana.
El 3 de mayo de 1818 llega a Filadelfia donde conoce a la familia del general patriota Lino Clemente, emigrados a Estados Unidos, quienes le brindan amistad y apoyo. El coronel Luis Rieux, comisionado por Arismendi, visita a Luisa y se encarga de su traslado a Margarita a donde llega el 26 de julio de 1818. Posteriormente, el 19 de septiembre de 1819, el Consejo de Indias dicta una resolución mediante la cual se le concedía absoluta libertad y facultad de fijar su residencia donde quisiera. Residió en Caracas hasta el día de su muerte el 2 de junio de 1866, después de haber visto a su patria libre y la bandera de la libertad ondeando en la América antes española.
Sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional el 24 de agosto de 1876 convirtiéndose en ser la primera mujer cuyos restos reposan en el más alto altar de la Patria.
En la ciudad de la Asunción capital del Estado Nueva Esparta existe la plaza Luisa Cáceres de Arismendi.
 
Consuelo Fernández
http://www.gdc.gob.ve/site_resources/photos/00005990-original.jpeg Nacio en Villa de Cura, Edo. Aragua. Pertenecía a la familia Fernández. Desde los 17 años inicio su lucha por la independencia, su espíritu iba en contra de las restricciones de la época.
 
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Igual que todas las familias venezolanas las de Villa de Cura vivían horas de mortal agonía al correr el año 14, año de dolor y sangre para la República, pero también año de demostraciones del valor y el estoicismo de los patriotas venezolanos-hombres y mujeres- en una lucha a muerte contra el ejército que atacaba los ideales de dignidad y justicia del pueblo oprimido, y a la cabeza de tal ejército campeaban monstruos de la talla de Boves, Zoazola, Morales.
    Después de la primera derrota de Campo Elías en La Puerta, el 3 de febrero de 1814, Bolívar  ordena que parte de las tropas que cubren el Occidente corran a Valencia  bajo las órdenes de Villapol, y con el resto de las tropas de Campo Elías refuerza el estrecho de La Cabrera que ya estaba fortificado con las tropas del coronel Manuel Aldao.
    Boves después de su triunfo en La Puerta se había acuartelado en Villa de Cura preparándose para continuar hacia el Centro contra los patriotas. Las tropas que comandaba Boves invadían y saqueaban todo, quemaban casas, templos, escuelas y ultrajaban hogares.
    El General José Félix Ribas levanta en Caracas "un arsenal de valientes", con los cuales forma una columna y se lanza fogosamente hacia La Victoria para obstruir el paso a Boves.
    Manuel Fernández, hermano de Consuelo, quien contaba con 19 años, era uno más entre los decididos jóvenes oficiales que rodeaban al General José Félix Ribas en La Victoria. Consuelo habia quedado en Villa de Cura acompañando a su anciano padre. Villa de Cura está ocupada por las tropas de Boves sedientas de sangre, aterrorizan a las familias, ultrajan los hogares, fusilan, deshonran, queman en la Plaza Pública con gran aparato de tambores y fanfarrias. Los crímenes se cometen con una insensibilidad desesperante.
    Conocedora Consuelo Fernández de los preparativos de Boves para atacar La Victoria, a través de un llamado "Coronel Pérez" que la corteja con varios  instintos, ella acepta el ofrecimiento de un joven patriota para enviar un mensaje a su hermano a La Victoria, pero el joven es perseguido por otro Oficial de Boves quien logra apresarlo arrebatándole el mensaje que decía:
  "El Sargento Boves que se encuentra acuartelado en Villa de Cura, se prepara a invadir La Victoria, avísalo al General Ribas, y marchen lo más pronto que puedan a salvarnos. Uno de los tenientes de Boves, llamado coronel Pérez, que me vio el otro día en la Iglesia, se atrevió a pedir mi mano a papá. Figúrate con que indignación no rechazamos esta proposición, pues tú sabes que entre los patriotas y los realistas hay un abismo insondable. Te bendice tu hermana Consuelo".
    La carta que era un grito de angustia, llegó a las manos del Coronel Pérez, quien se hallaba ofendido por el rechazo de Consuelo a sus ofertas amorosas. El decepcionado Oficial hizo una apuesta a sus compañeros: "O me caso con Consuelo Fernández o ella será fusilada"...  Y de inmediato imparte sus órdenes para que Consuelo y su padre sean reducidos a prisión. Una vez en su presencia, llega a Consuelo la carta interceptada. La joven patriota, viéndose perdida, en un rasgo de valor confiesa: "Mi padre es inocente  de lo que yo he escrito a mi hermano".  "En cuanto a mí, le aseguro que prefiero mil veces la muerte antes de ser la esposa de un realista".
    Al día siguiente de esta confesión el padre de la joven es puesto en libertad y ella condenada a sufrir la última pena "por haber transmitido noticias de la guerra a su hermano".
    Con gran entereza de ánimo, oye Consuelo la sentencia que le es leída en medio de gran aparto y redoble de tambores. Y clareó el alba de la trágica mañana señalada para su ejecución: era el 10 de febrero de 1814. Cuando iba caminando al sitio de la ejecución es detenida e interrogada por el coronel Pérez: ¿no quieres ser mi esposa? Si consientes en casarte conmigo te salvaré la vida.
    Apártese de mi camino, contestó con entereza la joven. Jamás podré unirme a lo que me inspira tanto desprecio. "¡Viva la Patria! ¡Viva la Libertad! Y se dejó conducir al suplicio esta extraordinaria heroína de 17 años. De manera repentina, y sin poder evitarlo, irrumpe el padre a la Plaza y se abraza a su hija cubriéndola con su llanto. Una descarga se oye, y caen a tierra padre e hija abrazados.
    Un reguero de sangre marcó el sitio donde fueron sacrificados aquellos amantes de la Libertad Venezolana.

 


 LUISA DE PACANINS 

Luisa Arrambide, nació en la Guaira en 1798 hija de Don Javier de Arrambide (el cual fue acusado de asociarse a la conspiración de Gual y España) y Doña Petronila Roldan.

Mujer de delicada belleza que se une a la causa independentista, después de conocer a Bolívar en una tertulia social.

Esta mujer de extraordinaria y delicada belleza. En su residencia bajo el pretexto de fiestas, reuniones musicales, tertulias literarias y conversaciones intelectuales donde en alguna de ellas hicieron presencia Simón Bolívar y Tomas Montilla se organizan clandestinas reuniones a favor de la emancipación y futuros planes a ejecutar de los patriotas.

Estos festejos culturales atraen el odio realista y Luisa es condenada a ser azotada públicamente hasta perder el conocimiento en la plaza de San Juan (hoy plaza Capuchinos) se comenta que soportó el castigo sin derramar una lagrima.

Luisa Arrambide se casa con Tomas Pacanins y emigra a Puerto Rico donde tuvo cinco hijos y muere a la edad de 28 años, en su lecho de muerte fue atendida personalmente por el doctor José María Vargas en el año de 1825.