miércoles, 4 de mayo de 2016

HEROÍNAS DE LA INDEPENDENCIA


HEROÍNAS DE LA INDEPENDENCIA

Es de gran importancia dar a conocer el papel que ha desempeñado la mujer venezolana como ejemplo de audacia y heroísmo. Desde tiempos remotos a través de lo que ha sido nuestra historia la mujer se ha destacado, por tal razón se darán a conocer a continuación aquellas mujeres que tuvieron participación activa en el movimiento independentista. Algunos historiadores afirman o catalogan las actuaciones de estas mujeres como la de simples acompañantes de sus esposos en las faenas duras de la emancipación, para otros representan relevancia y son símbolos de heroicidad, por lo cual las hacen merecedoras del calificativo heroínas, lo cierto es que cada una de ellas mostró su audacia e inteligencia, en ese importante momento de nuestra historia. Quienes pertenecientes a diferentes sectores sociales, demostraron su fiel compromiso con la patria y se hicieron presente, siendo participes del movimiento emancipador, es por ello que merecen ser llamadas heroínas de la independencia.





  HEROÍNAS DE LA INDEPENDENCIA
Es de gran importancia dar a conocer el papel que ha desempeñado la mujer venezolana como ejemplo de audacia y heroísmo. Desde tiempos remotos a través de lo que ha sido nuestra historia la mujer se ha destacado, por tal razón se darán a conocer a continuación aquellas mujeres que tuvieron participación activa en el movimiento independentista. Algunos historiadores afirman o catalogan las actuaciones de estas mujeres como la de simples acompañantes de sus esposos en las faenas duras de la emancipación, para otros representan relevancia y son símbolos de heroicidad, por lo cual las hacen merecedoras del calificativo heroínas, lo cierto es que cada una de ellas mostró su audacia e inteligencia, en ese importante momento de nuestra historia. Quienes pertenecientes a diferentes sectores sociales, demostraron su fiel compromiso con la patria y se hicieron presente, siendo participes del movimiento emancipador, es por ello que merecen ser llamadas heroínas de la independencia.
   LUISA CÁCERES DE ARISMENDI
María Luisa Cáceres Díaz (conocida por la historia como Luisa Cáceres de Arismendi). Nació en la ciudad de Caracas el 25 de septiembre de 1799. Es uno de los personajes femeninos más insignes y heroína de la gesta de independencia de Venezuela. Esposa del General Juan Bautista Arismendi.
Fue la hija primogénita del distinguido pedagogo José Domingo Cáceres y su esposa Doña Carmen Díaz fue bautizada en la Iglesia Santa Rosalía. Su padre, profesor de latín, se ocupó de enseñarle a leer y escribir, así como también los principios y normas morales. Tuvo dos hermanos que se llamaban Félix y Manuel Cáceres.
Fue educada como todas las señoritas de la alta sociedad de la época para ejercer el sagrado ministerio de esposa y de madre. Por el atraso en que se encontraba la instrucción pública en esa entonces, su espíritu no fue cultivado, aprendió solamente a leer y a escribir, y todas aquellas normas de sociabilidad que le trasmitieron sus padres.
Desde muy temprana edad Luisa Cáceres se distinguió por su belleza. Su estatura era mediana y presentaba bellas facciones, motivo por el cual llamaba la atención por su porte y gentileza.
 En 1814, antes de cumplir los quince años de edad fue solicitada en matrimonio ante sus padres por un joven patriota, el entonces Coronel Juan Bautista Arismendi, viudo hacía pocos años de Doña María del Rosario Iralda.
El 6 de marzo de 1814 las tropas del realista Francisco Rosete asaltaron la guarnición de Ocumare y matan al padre de Luisa quien se encontraba allí por invitación de su amigo el comandante Juan José Toro. La Comandancia Militar, en Caracas, a cargo del coronel Juan Bautista Arismendi, organiza una expedición de jóvenes estudiantes y acude el día 14 de marzo en auxilio de los patriotas que estaban en Ocumare; entre los soldados se encontraba Félix Cáceres, hermano de Luisa. Las tropas de Arismendi fueron derrotadas y Félix es hecho prisionero y ejecutado el 16 de marzo de ese mismo año.
Por otra parte las sucesivas derrotas y la ofensiva de José Tomás Boves y de su “Legión infernal” obligan a las fuerzas patriotas a abandonar la plaza de Caracas; el 7 de julio de 1814 se emprende la retirada a oriente mejor conocida como la Emigracion a Oriente comandada por Simón Bolívar y José Félix Ribas; entre los emigrados marcha la familia Cáceres, durante la travesía mueren 4 tías de Luisa y sólo quedan ella, su madre y su hermano menor, Manuel. Los emigrados pasan por Barcelona y se dirigen a Cumaná a donde llegan a fines de agosto, pero la calma será por poco tiempo ya que Boves toma la ciudad.
Muchos de ellos consiguen pasar a Margarita donde Arismendi puede ofrecerles alguna seguridad. El coronel Arismendi busca a la familia Cáceres, a quienes había conocido y frecuentado por algún tiempo en Caracas en la Navidad de 1813, les proporciona vestido, alojamiento y demás recursos necesarios. El día 4 de diciembre de 1814 Luisa Cáceres contrae matrimonio con el coronel Juan Bautista Arismendi.
Para el año de 1815 Arismendi es nombrado como Gobernador provisional, momento en el cual arribó  a la isla de Margarita, el General Realista Pablo Morillo, al frente de una escuadra jamás vista en las costas venezolanas. El acoso español se inició por todo el territorio de la república, durante algunos meses, Arismendi vive en las afueras de La Asunción bajo el espionaje.
  Castillo de Santa Rosa
En septiembre de 1815 se ordena apresar a Arismendi, éste escapa y se oculta con uno de sus hijos en las montañas de Copey; el día 24 de septiembre Luisa, quien se encontraba embarazada, es tomada como rehén para doblegar a su esposo y encerrada bajo la vigilancia en la casa de la familia Amnés, días después fue trasladada a un calabozo del Castillo de Santa Rosa en la Asunción, un calabozo oscuro y sin luz de la fortaleza y comienza el suplicio de Luisa por el maltrato y ofensas recibidas por las tropas españolas, ante los cuales nuestra heroína nunca cedió. Fue vigilada de forma estricta, y permanecia sentada noche y día sin moverse para no llamar la atención del celador.
Un día el capellán de la fortaleza de regreso de sus oficios paso por su puerta y se compadecio por su actitud de vencida y de humillada, y ordena que le lleven comida de su propia casa, que le supriman el centinela y que le coloquen una luz que ilumine el calabozo.

Las acciones militares de Arismendi le permiten hacer prisioneros a varios jefes españoles entre ellos al comandante Cobián, de la fortaleza de Santa Rosa por lo cual el jefe realista Joaquín Urreiztieta propone a Arismendi canjear esos prisioneros por su esposa, tal ofrecimiento no es aceptado y el emisario recibe por respuesta: «Diga al jefe español que sin patria no quiero esposa». A partir de aquel momento empeoran las condiciones del cautiverio y se desvanece la posibilidad de libertad al fracasar los patriotas en un intento de asalto de la fortaleza.
Habiendo trascurrido un mes desde su prisión oye una noche una gran alarma y se da cuenta de que se prepara un asalto al cuartel. Mantuvo la esperanza de un triunfo de los suyos pero al amanecer, cuando todo está en calma, sólo oye los lamentos de los moribundos y de los heridos. Horas más tarde los soldados la sacan de su prisión para pasearla sobre la explanada del cuartel, donde habian sido fusilados los prisioneros.
Luisa tiembla ante la idea de que ella también va a ser sacrificada, pero estaba equivocada: el objeto de sus verdugos era que se paseara por sobre los cadáveres de los patriotas fusilados, que caminara por sobre aquellos cuerpos sin vida que habían tenido la osadía de querer libertarla. La sangre derramada va a desembocar en el aljibe de la prisión y a Luisa la obligaban a calmar su sed con aquella agua putrefacta y pestilente mezclada con la sangre de los suyos.
 El 26 de enero de 1816, Luisa da a luz una niña que muere al nacer dadas las condiciones del parto y del calabozo en el cual se encontraba prisionera.
Los brigadieres Juan Bautista Pardo y Salvador Moxó ordenan que se traslade a la detenida al fortín de Pampatar donde permanece algunos días, luego es trasladada a la prisión de La Guaira y posteriormente al convento de la Inmaculada Concepción en Caracas, donde ingresa como prisionera el 22 de marzo de 1816. Durante todo este tiempo se le mantiene incomunicada y sin noticias de sus familiares. Los triunfos de las fuerzas republicanas comandadas por Arismendi en Margarita y por el general José Antonio Páez en Apure determinaron que el brigadier Moxó ordenara el traslado de Luisa a Cádiz, por tal razón es llevada de nuevo a la prisión de La Guaira el 24 de noviembre de 1816 y embarcada el 3 de diciembre. En alta mar son atacados por un buque corsario que se apodera de todo el cargamento y los pasajeros son abandonados en la isla de Santa María en las Azores.
Imposibilitada de regresar a Venezuela, Luisa llega a Cádiz el 17 de enero de 1817. Es presentada ante el capitán general de Andalucía, quien protesta por la arbitraria decisión de las autoridades españolas en América y le da la categoría de confinada, le asigna una pensión de 10 reales en vellón diarios y confía su protección al médico José María Morón y su esposa Concepción Pepet, luego que pagan una fianza y se comprometen a presentarla mensualmente ante el juez de alzada. Durante su permanencia en Cádiz, se negó a firmar un documento donde manifestaba su lealtad al Rey de España y renegaba de la filiación patriota de su marido a lo cual respondió que el deber de su esposo era servir a la patria y luchar por libertarla. El destierro transcurre sin noticias de su madre y su esposo. En marzo de 1818 el teniente Francisco Carabaño y el inglés Mr. Tottem se ofrecen para ayudarla a trasladarse a América; se hacen todos los preparativos pertinentes para la fuga y la joven promete que su esposo pagará todos los gastos al arribar a tierra margariteña. Se despide de la familia Morón y emprende viaje a bordo de una fragata de bandera norteamericana.
El 3 de mayo de 1818 llega a Filadelfia donde conoce a la familia del general patriota Lino Clemente, emigrados a Estados Unidos, quienes le brindan amistad y apoyo. El coronel Luis Rieux, comisionado por Arismendi, visita a Luisa y se encarga de su traslado a Margarita a donde llega el 26 de julio de 1818. Posteriormente, el 19 de septiembre de 1819, el Consejo de Indias dicta una resolución mediante la cual se le concedía absoluta libertad y facultad de fijar su residencia donde quisiera. Residió en Caracas hasta el día de su muerte el 2 de junio de 1866, después de haber visto a su patria libre y la bandera de la libertad ondeando en la América antes española.
Sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional el 24 de agosto de 1876 convirtiéndose en ser la primera mujer cuyos restos reposan en el más alto altar de la Patria.
En la ciudad de la Asunción capital del Estado Nueva Esparta existe la plaza Luisa Cáceres de Arismendi.
 
Consuelo Fernández
http://www.gdc.gob.ve/site_resources/photos/00005990-original.jpeg Nacio en Villa de Cura, Edo. Aragua. Pertenecía a la familia Fernández. Desde los 17 años inicio su lucha por la independencia, su espíritu iba en contra de las restricciones de la época.
 
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Igual que todas las familias venezolanas las de Villa de Cura vivían horas de mortal agonía al correr el año 14, año de dolor y sangre para la República, pero también año de demostraciones del valor y el estoicismo de los patriotas venezolanos-hombres y mujeres- en una lucha a muerte contra el ejército que atacaba los ideales de dignidad y justicia del pueblo oprimido, y a la cabeza de tal ejército campeaban monstruos de la talla de Boves, Zoazola, Morales.
    Después de la primera derrota de Campo Elías en La Puerta, el 3 de febrero de 1814, Bolívar  ordena que parte de las tropas que cubren el Occidente corran a Valencia  bajo las órdenes de Villapol, y con el resto de las tropas de Campo Elías refuerza el estrecho de La Cabrera que ya estaba fortificado con las tropas del coronel Manuel Aldao.
    Boves después de su triunfo en La Puerta se había acuartelado en Villa de Cura preparándose para continuar hacia el Centro contra los patriotas. Las tropas que comandaba Boves invadían y saqueaban todo, quemaban casas, templos, escuelas y ultrajaban hogares.
    El General José Félix Ribas levanta en Caracas "un arsenal de valientes", con los cuales forma una columna y se lanza fogosamente hacia La Victoria para obstruir el paso a Boves.
    Manuel Fernández, hermano de Consuelo, quien contaba con 19 años, era uno más entre los decididos jóvenes oficiales que rodeaban al General José Félix Ribas en La Victoria. Consuelo habia quedado en Villa de Cura acompañando a su anciano padre. Villa de Cura está ocupada por las tropas de Boves sedientas de sangre, aterrorizan a las familias, ultrajan los hogares, fusilan, deshonran, queman en la Plaza Pública con gran aparato de tambores y fanfarrias. Los crímenes se cometen con una insensibilidad desesperante.
    Conocedora Consuelo Fernández de los preparativos de Boves para atacar La Victoria, a través de un llamado "Coronel Pérez" que la corteja con varios  instintos, ella acepta el ofrecimiento de un joven patriota para enviar un mensaje a su hermano a La Victoria, pero el joven es perseguido por otro Oficial de Boves quien logra apresarlo arrebatándole el mensaje que decía:
  "El Sargento Boves que se encuentra acuartelado en Villa de Cura, se prepara a invadir La Victoria, avísalo al General Ribas, y marchen lo más pronto que puedan a salvarnos. Uno de los tenientes de Boves, llamado coronel Pérez, que me vio el otro día en la Iglesia, se atrevió a pedir mi mano a papá. Figúrate con que indignación no rechazamos esta proposición, pues tú sabes que entre los patriotas y los realistas hay un abismo insondable. Te bendice tu hermana Consuelo".
    La carta que era un grito de angustia, llegó a las manos del Coronel Pérez, quien se hallaba ofendido por el rechazo de Consuelo a sus ofertas amorosas. El decepcionado Oficial hizo una apuesta a sus compañeros: "O me caso con Consuelo Fernández o ella será fusilada"...  Y de inmediato imparte sus órdenes para que Consuelo y su padre sean reducidos a prisión. Una vez en su presencia, llega a Consuelo la carta interceptada. La joven patriota, viéndose perdida, en un rasgo de valor confiesa: "Mi padre es inocente  de lo que yo he escrito a mi hermano".  "En cuanto a mí, le aseguro que prefiero mil veces la muerte antes de ser la esposa de un realista".
    Al día siguiente de esta confesión el padre de la joven es puesto en libertad y ella condenada a sufrir la última pena "por haber transmitido noticias de la guerra a su hermano".
    Con gran entereza de ánimo, oye Consuelo la sentencia que le es leída en medio de gran aparto y redoble de tambores. Y clareó el alba de la trágica mañana señalada para su ejecución: era el 10 de febrero de 1814. Cuando iba caminando al sitio de la ejecución es detenida e interrogada por el coronel Pérez: ¿no quieres ser mi esposa? Si consientes en casarte conmigo te salvaré la vida.
    Apártese de mi camino, contestó con entereza la joven. Jamás podré unirme a lo que me inspira tanto desprecio. "¡Viva la Patria! ¡Viva la Libertad! Y se dejó conducir al suplicio esta extraordinaria heroína de 17 años. De manera repentina, y sin poder evitarlo, irrumpe el padre a la Plaza y se abraza a su hija cubriéndola con su llanto. Una descarga se oye, y caen a tierra padre e hija abrazados.
    Un reguero de sangre marcó el sitio donde fueron sacrificados aquellos amantes de la Libertad Venezolana.

 


 LUISA DE PACANINS 

Luisa Arrambide, nació en la Guaira en 1798 hija de Don Javier de Arrambide (el cual fue acusado de asociarse a la conspiración de Gual y España) y Doña Petronila Roldan.

Mujer de delicada belleza que se une a la causa independentista, después de conocer a Bolívar en una tertulia social.

Esta mujer de extraordinaria y delicada belleza. En su residencia bajo el pretexto de fiestas, reuniones musicales, tertulias literarias y conversaciones intelectuales donde en alguna de ellas hicieron presencia Simón Bolívar y Tomas Montilla se organizan clandestinas reuniones a favor de la emancipación y futuros planes a ejecutar de los patriotas.

Estos festejos culturales atraen el odio realista y Luisa es condenada a ser azotada públicamente hasta perder el conocimiento en la plaza de San Juan (hoy plaza Capuchinos) se comenta que soportó el castigo sin derramar una lagrima.

Luisa Arrambide se casa con Tomas Pacanins y emigra a Puerto Rico donde tuvo cinco hijos y muere a la edad de 28 años, en su lecho de muerte fue atendida personalmente por el doctor José María Vargas en el año de 1825.




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